martes, 26 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 18.- La teoría



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 18.- La teoría

Rin y Misao pasaron horas en aquel jardín japonés tan impresionante, habían dejado de corretear para estirarse un rato en la hierba fresca, el cielo azul y despejado era tan relajante que hasta sueño le estaba dando. Rin se incorporó y la comadreja la miro con curiosidad.

-Vaya… acabo de acordarme de que tengo algo que hacer- Rin se llevó una mano a los labios con inocencia- ¿te importaría volver sola al Aoiya?

-Puedo acompañarte si quieres.

-Prefiero ir yo sola- le sonrió- para compensarte por esto compraré dulces.

-¡Entonces vale! Jejeje- se puso en pie de un salto- Ten cuidado cuando vuelvas.

La comadreja emprendió el camino de vuelta encantada por el buen rato que había pasado con la kunoichi, no se esperaba poder divertirse tanto.

El hombre que las observaba salió de la mansión visiblemente molesto, caminó con decisión, amenazante, hasta la kunoichi que le miraba con superioridad, sonrió con malicia y se puso en pie con total seguridad en si misma.

-¿Por qué la has dejado ir, Rin?

-¿No es evidente? Yo te doy a la mocosa cuando tu me des lo que es mío, no antes- sonrió al hombre- ese era nuestro trato.

-Estúpida puedo mandar a mis hombres a capturarla.

-No lo harás. Es muy simple. Si les mandas a por ella yo me pondré de su lado y en cuanto tenga una oportunidad le corto el cuello- extrajo unos kunai de su obi- la decisión está en tus manos. Sé que muerta no te sirve de nada, así que ella es mi seguro de vida.

-No deberías jugar conmigo, depende de mi que los tuyos sepan ciertos asuntos que preferirías mantener en secreto.

-Y de mi depende la seguridad de la niña.

-Realmente eres un monstruo.

-Mantén tu parte del trato y yo haré lo propio- le lanzó una mirada llena de desprecio- tu no eres mejor que yo.

La kunoichi tomó un camino diferente al que había tomado Misao para regresar a la ciudad, daría un pequeño rodeo para calmarse un poco. Mientras el hombre la observaba alejarse, rió con todas sus fuerzas, si creía que podía jugar con él y salir como si nada estaba muy equivocada, usaría una de sus cartas ocultas para cobrarse esa chulería.

Mientras tanto en el despacho Saito escuchaba atentamente todo lo que Aoshi le contaba, no era mucho pero la información era lo suficientemente preocupante como para apoyar su teoría. Y por primera vez deseaba estar equivocado en sus conclusiones.

-¿Hay más?

-Según Okina eso es todo lo que sabe.

-No la quiero en Kyoto- Saito se tensó de repente- dile que quieres ver los animalillos del bosque, ahogarte en el río, buscarte una novia, aprender a volar… invéntate lo que te de la gana pero sácala de aquí.

-¿Qué me ocultas?

-Sólo es una sospecha.

-Cuéntame esa sospecha.

El lobo suspiró con pereza, no tenía por que explicarle su teoría aún sin confirmar, pero sí comprendía su preocupación, si fuera su Tokyo la que estuviera metida en algo así él exigiría cualquier teoría por absurda que pudiera ser.

-Mi teoría es que la tal Rin participa en algún tipo de encerrona para hacerse con la comadreja o bien para asesinarla, seguramente para obtener el control sobre el Oniwabanshu, imagino que de algún modo se ha asociado con el clan Araki- hizo una larga pausa antes de continuar-. Aquí es donde no logro encajar las piezas, aunque Misao es la Okashira digamos oficial y la que realiza la mayor parte del trabajo, tú sigues actuando bajo el nombre de ‘Okashira del Oniwabanshu’ y en caso que le pidieras que renunciase al título lo haría sin perder un segundo.

-Pero aquel día me buscaban a mi no a Misao.

-Lo más probable es que fuera una maniobra de distracción. Tendré que presionar más a mis lentos colegas- sonrió complacido, presionar a aquellos idiotas era muy divertido- tú vuelve a tu casa, explícaselo al viejo y llévatela bien lejos.

Aoshi se levantó sin mediar palabra, pensativo buscando el modo de sacarla de ese jaleo en el que parecía estar metida. Se maldecía a si mismo por elegir tan mal momento para quedarse sin su estúpida memoria. Desde el primer momento lo único que había querido era recordar a esa mujercita que hacía que sus sentimientos se desbordasen con sólo mirarle, el resto de sus recuerdos no tenían ningún tipo de prioridad, pero ahora... las cosas se habían torcido y debía darle prioridad a todo lo relacionado con Rin, el clan Araki, Ayame y sus crímenes del pasado.

El Aoiya se alzaba majestuoso ante sus ojos, ese era su hogar y quería que continuase siéndolo, pero para eso tenía que salvarla. Entró por la cocina Okon y Omasu trabajaban allí.

-¿Dónde está Misao?

-Creo que fue a comprar con Kaoru-chan y Megumi-san- contestó Okon pasando a su lado.

-¿Y Okina?

-Salió temprano, no creo que tarde en volver.

-Gracias.

Subió a la planta superior, miró a la puerta de una de las habitaciones vacías, si ellos estuvieran allí seguro que le ayudarían a salvar a Misao. Corrió el shoji y se adentró, si mal no recordaba era la del tal Beshimi, el más bajito de sus hombres aquel que estaba especializado en lanzar una especie de dardos. Junto al armario había una pila de cajas de madera, la caligrafía de Misao sobre la madera formando el nombre ‘Beshimi’ seguramente a la espera de obtener el permiso para vaciarla.

Cogió la primera que ponía ‘ropa’, la abrió, estaba vacía cosa que era de suponer. Revolver aquellas cosas quizás le recordase algo. Abrió el armario, estaba lleno de cajones y los cajones llenos de cajas y en las cajas más cajas, en la parte superior había dos estantes, uno con futones y el otro con más cajas ¿qué le pasaba a ese hombre con las cajas? ¿Las coleccionaba o qué? Empezaría con las cajas más grandes estaban llenas de libros sobre venenos sus propiedades y como fabricarlos, tratados de medicina, técnicas secretas… también habían algunos manuscritos, dibujos infantiles...

Los apiló con cuidado dentro de una de las cajas de Misao donde ponía ‘Libros’. Tras un falso fondo encontró kimonos, gis, hakamas y un par de shinobis viejos y desgastados, procedió a empaquetarlos cuidadosamente.

Mientras tanto en la planta inferior la comadreja entraba a la cocina, el camino se le había hecho muy largo al ir sola, estaba cansada, Okon la abordó en la puerta avasallándola con teorías sobre Aoshi y el motivo por el que la buscaba, entre sus divagaciones de cotilla le dijo algo de una boda, niños corriendo por el Aoiya y noches de pasión desenfrenada, no supo comprender si hablaba de ella misma o de alguna otra persona, lo que estaba claro es que necesitaba un descanso. La empujó fuera diciéndole que Aoshi estaba arriba. Vale, necesitaba un descanso y reencontrar sus modales.

Suspiró tristemente y penetró en la residencia, al subir las escaleras oyó ruido proveniente de la habitación de Beshimi ¿quién podría estar allí? Se preparó para sacar sus kunai por si fuera un enemigo y abrió el shoji muy despacio.

-Aoshi-sama- miró las cajas de madera apiladas en el suelo y luego le miró a él extrañada- ¿qué está haciendo?

-Vacío la habitación, alguien podría aprovecharla- empaquetó parte de la ropa en una de las cajas- tarde o temprano había que hacerlo.

-No tiene por que hacerlo usted.

-Toma- le dio una cajita- si me ve con eso Okina se enfadará

-¿Ah? ¿Enfadarse?- la abrió llena de curiosidad- los rasenbyô de Beshimi… no sabía que estaban aquí.

Continuó su búsqueda por el interior del armario había una caja envuelta en una tela ensangrentada, la sacó con mucho cuidado tratando de adivinar su contenido, sabía que era algo importante aunque no sabía que. Miró a Misao en busca de la respuesta mágica que parecía tener siempre.

-La trajo con usted cuando volvió, no sé que hay.

-¿Puedo abrirla?

-¿Ah? Claro que puede, lo trajo usted puede hacer lo que quiera con todo lo que hay en estas habitaciones.

Abrió la caja sin esperar más, eran los diarios de sus hombres y al parecer era su día de suerte por que estaban escritos normal menos algunas partes, quizás fuesen datos de misiones… ¿les importaría a ellos si los leía? Ya escucharía sus reclamos en el más allá.

-Iré a preparar un poco de té.

A solas en aquella habitación abrió uno de los diarios por una página al azar, la caligrafía era cuidada y regular.

Mi preocupación por el Okashira es cada día mayor, cada día que pasamos alejados del Aoiya se vuelve más frío, es peligroso para si mismo que se ciegue por conseguir el titulo del más fuerte para nosotros. En varias ocasiones le hemos propuesto volver unos días o mantener contacto por correo con la gente de allí pero se cierra en banda sólo con mencionarlo. Recuerdo con añoranza aquellos días en los que al volver nos recibía aquella niñita traviesa siempre dispuesta a arrancarle una sonrisa a quien fuese, incluido el jefe. Debe haber crecido mucho.

¿Quién habría escrito eso? Había preocupado a sus hombres, seguro que ahí encontraba muchas de las respuestas que necesitaba sobre su trabajo para Takeda sin tener que preocupar a Misao.

Otra vez esa sensación y el dolor de cabeza…

Flashback

Regresar al Aoiya siempre le provocaba una sensación de impaciencia, a escasos metros le daban ganas de echar a correr y entrar como si su vida dependiera de ello. Aquella vez era diferente, tras seis meses de trabajo en el castillo de Edo el Okashira había solicitado su regreso temporal a Kyoto. Llevaba a su nuevo compañero y esperaba lograr la aceptación de Makimachi.

Al entrar recibieron el saludo cordial y las miradas curiosas de los ninjas residentes.

Unos pequeños bracitos apresaron una de sus piernas, se inclinó para cogerla en brazos y así recuperar un poco de esa humanidad que sentía que desaparecer con cada batalla.

-¡Aoshi-sama!- se abrazó con fuerza al ninja y entonces vio al hombre extraño tras él- Hola…- ladeó la cabecita- ¿quién es?

-Soy Shikijo, pequeña damisela ¿Cuál es tu nombre?

-Makimachi Misao- contestó con una sonrisa de oreja a oreja.

-Que nombre más bonito.

Aoshi observaba la fascinación que sentía la pequeña por Shikijo, era demasiado confiada y demasiado curiosa, sus ojos verdes centelleaban con emoción. Una pequeña sonrisa se dibujo en el rostro del ninja de hielo.

-¡Oye! Que los demás también hemos vuelto, enana- Beshimi se llevó las manos a la cintura, siempre igual, saludaba a Aoshi y los demás como si no existieran- sólo ves lo que te interesa.

-¡Cállate feo!- dijo sacándole la lengua.

-Misao, ya basta.

-¡Síiiiiiiiiiii!

Una impresionante aura hostil proveniente de Okina se acercaba cada vez más hasta ellos. A Misao la recorrió un escalofrío y saltó al suelo para esconderse detrás de Hyottoko, los cinco Onis tuvieron la misma reacción seguirla con la mirada sin comprender que le había picado.

-¡Misao! ¡Basta de juegos, señorita! ¡MISAO!

-No estoy.

-¿Ah no? Si no estás ¿cómo es posible que contestes?- el viejo estaba que se lo llevaba el diablo.

-¡No quiero el kimono!

-¡Kami! No seas tan cabezota.

-¡Aoshi-sama! Okina-san me da miedo- salió corriendo de su “escondite” y corrió para que él la abrazara- ¿a qué da miedo?

Esos ojitos enormes y brillantes mirándole fijamente con esa expresión de niñita indefensa… no era capaz de resistirse a eso.

-La pequeña debe ser la más fuerte del Oniwabanshu- sonrió complacido Shikijo con su conclusión.

-¿Mi-chan por qué?- preguntó con inocencia Hyottoko.

-Por que es capaz de doblegar incluso la voluntad del jefe.

Aoshi enarcó una ceja por la observación del nuevo, antes de que se le ocurriera apuntar algo más que pudiera dañar su fachada de Aoshi ‘hombre de hielo al que todo le resbala’ Shinomori zanjó el tema.

-Okina, acompaña a Shikijo a ver al Okashira, yo me encargo de Misao.

-Claro, toda tuya. Si logras ponerle el kimono te convertirás en mi héroe, muchacho. Sígueme chico- le hizo una seña al nuevo.

-Hannya, Beshimi, Hyottoko tenéis el resto del día libre, haced lo que queráis.

El grupo separó sus caminos en el patio, la pequeña saltó de sus brazos y corrió hasta las piedras del estanque trepando hábilmente a una de ellas.

-¡Quiero ser onimitsu como usted!

-Baja de ahí, puedes caerte.

-¡No me caeré!

-No tienes necesidad de ser una ninja.

-Pero yo quie…- trastabilló al querer moverse y cayó de espaldas al agua- ¡Jolines! ¡Piedra tonta!

-Antes de hacer planes tendremos que arreglar tu equilibrio.

La sacó del agua divertido, con su pequeña yukata chorreando agua, acababa de pescar a una futura kunoichi, ya no le quedaba más remedio que ponerse el kimono si no quería pillar una neumonía.

Fin del flashback

No pudo contener la risa, había sido muy gracioso recordar eso. Misao que regresaba con el té en sus manos le miró alucinada, se estaba riendo, ahora sí podía decir que lo había visto todo en la vida ¡Kami! Si casi se le cae la bandeja de las manos y todo.

-¿Pone algo divertido?

-No, no- trató de contener la risa inútilmente.

-No le veía reír desde… mmm… ni me acuerdo.

Dejó la bandejita muerta de la curiosidad por descubrir el motivo de ese ataque de risa, mira que ella llevaba cuatro larguísimos años intentándolo y él como si oyera llover, y aunque en cierto modo le daba rabia no haberle hecho reír ella era genial oírle. La comadreja no lo sabía pero ella y su caída tonta de niña eran las causantes de semejante milagro.

-Misao, mañana se marchan tus amigos ¿verdad?

-Sí, a media tarde ¿pasa algo?- dijo sirviéndole una humeante taza delante.

-He pensado que tal vez me iría bien ir allí unos días.

-Ya entiendo, vivió allí mucho tiempo- se llevó un dedo a la barbilla- seguro que logra recordar algo, si le pide a Himura y a Kaoru-chan que le alojen unos días lo harán.

-Quiero que vengas conmigo, Misao.

Le miró sorprendida, nunca le pedía que le acompañase, es más cuando se iba de viaje sólo le dejaba una triste nota avisando que volvería en unos días, no había nada en el mundo que desease más que decirle que sí y dejarse llevar, pero tenía que trabajar en el Aoiya en esa época del año Kyoto se llenaba de turistas que visitaban los templos y participaban en las diversas actividades populares, no podía dejarles con todo ese jaleo.

-Lo siento… no puedo ir, ya sabe el restaurante, el hostal...

-Necesito que vengas.

El shoji se abrió, los dos jóvenes se giraron a ver quien era, Okina estaba allí parado con una sonrisa traviesa, su parejita favorita a solas en una habitación con el shoji cerrado ¿estarían haciendo manitas?

-Okon-chan me ha dicho que preguntabas por mi, muchacho.

-Iré… a por más té o pastas o… lo que sea- se levantó con torpeza, cuando su abuelo tenía esa cara le daba miedo por que seguro tramaba algo raro- pues eso… jejeje adiós.

Okina la observó con diversión ¿a qué venían tantos nervios? ¿Les había pillado haciendo algo que no debían?

-Quiero llevármela a Tokyo unos días.

-No puede ser, estamos en la época del año con más trabajo.

-Saito me ha dicho que la saque de Kyoto, cree que su vida corre peligro.

El anciano le miró con preocupación, siendo así todo cambiaba.

-¿Cuándo os vais?

-Mañana con los Himura si logro convencerla, pero no le reveles nuestro destino.

-Por supuesto- asintió a lo evidente- a Misao ya la convenceré yo. Más te vale protegerla, si algo malo le pasa…

-Ya lo sé.

Salió dejando nuevamente solo al ninja para regresar a penas cinco minutos después con sus dos kodachi. Le miró con dolor, le preocupaba el uso que pudiera darle a esas amas, pero sin ellas no podría luchar si fuera necesario.

-Sé que te prohibí las armas, pero…- suspiró- no las uses si no es por una cuestión de vida o muerte.

-Aa.

-Muchacho ¿qué quieres hacer con las cosas de Beshimi-san? Hay mucho espacio en el almacén si quieres guardar sus cosas.

-Un almacén… las guardaré.

-Me alegra ver que al fin lo empiezas a superar.

-Okina, mañana ve a hablar con Saito, que te expliqué bien todo lo que sabe, puede que tú puedas ver algo que yo no.

Asintió antes de salir definitivamente, tenía razón podría ser que algo que dijera Saito pudiera relacionarlo con algo del pasado o interpretarlo por conocer a los implicados, algo que Aoshi no podía hacer. Ahora su única labor era la de convencer a Misao y sobre todo explicarles a los chicos por que iban a tener que hacer todo ese trabajo sin la ayuda de la Okashira, iban a probar su puntería con sus pobres huesos.

Continuará

Vocabulario:

Rasenbyô: son los dardos que usaba Beshimi a modo de arma.

Escrito el 9 de marzo de 2009

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