domingo, 10 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 07.- Jugar con fuego



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 7.- Jugar con fuego

Aoshi no podía creer lo que estaba leyendo, debía ser una broma, no conocía a ninguna de las personas que aparecían en esa nota, a excepción de Misao. Tenía la esperanza de poder cumplir con el “encargo” él solo sin necesidad de implicar a nadie más, pero parecía ser que el hombre tenía toda la intención de divertirse a su costa.

-Aoshi-sama, parece que haya visto un fantasma ¿se encuentra bien?

-Aa. Necesito que me acompañes a un lugar.

-¿El encargo de Saito?- el ninja asintió- ¡Cuente conmigo!

-Tengo que ir a casa de un tal Hiko Seijuro.

-Mmmm ¿a casa del maestro del Hiten Mitsurugi? Le llevaré hasta allí, aunque está algo lejos- Aoshi se levantó dispuesto a cumplir su encargo- Es… es mejor que se cambie, el tiempo está cambiando.

La chica levantó uno de los tatami y después 3 tablones del suelo para sacar una caja de madera con la palabra “shinobi” escrita.

-Tenga, su uniforme ninja, no puede ir en yukata- el hombre cogió la caja- le espero abajo.

Misao dejó solo al ninja que estaba tentado de levantar todo el suelo de la habitación por si habían más cosas escondidas. Se desató el obi despojándose de su yukata cambiándola por el uniforme ninja, una vestimenta extraña pero muy cómoda. Según las instrucciones del policía debía llevarle el paquete a Hiko, así que lo cargó. Bajó las escaleras que llevaban al corredor que conducía a la cocina y al restaurante del Aoiya.

-Vamos.

Salieron sigilosamente del Aoiya caminando hacia el bosque que había cerca.

-¿El paquete era para Seijuro-san?

-No, pero tengo que llevárselo. Siento involucrarte en esto.

-Está bien, será divertido, hace tiempo que no le hago una visita. Omasu y Okon me mataran cuando se enteren de esto.

-…- le miró interrogante.

-Digamos que Hiko-san es el amor platónico de esas dos, es un hombre… atractivo y carismático.

-Ya veo.

-¿Puedo preguntarle algo?- Aoshi asintió- ¿por qué ha aceptado uno de los retorcidos encargos del policía corrupto?

-No tenía nada mejor que hacer.

Bueno eso no era ninguna mentira pero tampoco era la verdad, había tratado de inventar alguna excusa creíble, pero al parecer el “antiguo Aoshi” era incapaz de darlas, que falta de imaginación para inventar cosas que no tuvieran que ver con luchar, crear estrategias o tender emboscadas, estúpida falta de imaginación…

-¿Un… templo?

-Este templo está en un punto estratégico para los Oniwabanshu, a usted le encanta venir aquí, normalmente pasa aquí la mayor parte del día, de hecho sólo viene al Aoiya para dormir, bañarse, comer, entrenar y hacer las cuentas, bueno, a veces ni a eso.

-“Pues si que debe gustarme este sitio…”

El ninja se quedó mirando fijamente las escaleras del templo.

-¿Quiere entrar antes de continuar?

-No, continuemos.

-¿Qué es lo que le preocupa?

-El día que nos atacaron, recordé lo que le hice a Okina, el modo en que te hablé.

-Eso es cosa del pasado… olvídelo- Misao apretó los puños con fuerza- Ojala… no lo… hubiera… recordado…

Sinceramente la chica hubiera deseado que nunca hubiera recuperado ese recuerdo, que su época oscura se desvaneciera en el aire para que dejara de culparse de una vez, que recuperara las ganas de vivir y volviera a ser el Aoshi que conoció de niña.

-¿Cómo puedes no tenerme miedo? Casi mato a tu abuelo.

-Si hubiera querido matarlo hoy no estaría en el Aoiya, además le conozco lo suficientemente bien como para saber que nunca me haría daño. Yo confío en usted.

-¿Por qué? No merezco esa confianza.

-Que sorpresa, la muchacha del Aoiya y el ninja retirado.

-¡Buenaaaaaassss Seijuro-san!

-Tan enérgica como siempre. Toma- le dio unos paquetes- llévame parte de la compra que pesa.

A Aoshi le asaltó un tic en la ceja ¡qué descaro! ¿A quien se le ocurría hacer cargar a una dama con la compra? Pero a la implicada parecía no importarle, eso hizo que el tic aumentara, la muchacha correteaba felizmente tras ese… ese hombre descarado con capa.

-Umh… Aoshi-sama ¿no viene?

La chica le miraba curiosa como era habitual, pero en cambio aquel hombre tenía una expresión burlona con su sonrisa de medio lado y su mirada clavada en él.

-Parece que quiere mimetizarse con el paisaje, sería una bonita piedra en mitad del camino ¿no crees?- se burlo Hiko.

-¿Ah? ¿Por qué una piedra?

-¿No es evidente? Es impasible, frío y aparentemente sin emociones.

-¿¡Cómo que…!?

-He dicho aparentemente, no te cabrees, te saldrán arrugas- la comadreja siguió su camino y él esperó a que el ninja llegara a su altura para susurrarle- Shinomori, más vale que la cuides, dudo que encuentres a muchas mujeres dispuestas a defender lo indefendible.

Caminaron un rato más en silencio, el agreste sendero dejó paso a un camino bien definido y el perfil de una casa empezó a definirse en el horizonte.

-¿Vais a contarme de una vez que os trae a mi casa? Muñeca, sabes que no me gustan las visitas.

-Saito me ha encargado que le traiga esto y que lea la nota, no sé que es lo que pretende.

-Vaya, vaya, a ver que me envía Hajime. Si no me equivoco, no puedes ver lo que contiene el paquete.

-Así es.

-Mejor así. Dame, veamos que quiere.

El hombre entró paquete en mano a su casa, dejando todas las compras y a ambos ninjas en la entrada.

-Antes te he preguntado algo, me gustaría que me contestases.

-¿Por qué confío en usted?- Aoshi asintió- Pues es muy simple, siempre ha cuidado de mí y me ha tratado muy bien. Yo le quiero mucho y siento que puedo confiar en usted pase lo que pase. Dígame ¿usted por qué confía en mí?

El ninja cogió una de las manos de la chica y la puso sobre su pecho mientras la sujetaba, ella se sorprendió al sentir los desbocados latidos del corazón de Aoshi, aparentaba estar tan tranquilo como siempre, su expresión segura y relajada, pero el bombeo de su corazón le mostraba algo diferente.

-Por que sé que puedo hacerlo.

La puerta se abrió con un chasquido el imponente hombre se dirigió hacia ellos con el paquete nuevamente envuelto entre las manos.

-Va a ser un encargo muy divertido, vuelve en dos semanas, el último día del festival de Tanabata, tendré algo para ti- entregó el paquete al ninja y dio uno más pequeño a la kunoichi- Misao, dale esto a Okon-san.

-Claro, se lo daré.

-Y ahora si no queréis nada más ya podéis largaros, tengo mucho trabajo por hacer.

El hombre volvió sobre sus pasos dando un portazo.

-Creo que olvidaste el poco sociable en tu descripción

-Bueno… más o menos como usted… pe-perdón…

-No te disculpes.

Era poco sociable, eso explicaba por que todos mantenían tanta distancia con él y no le hablaban a menos que él lo hiciera ¿cómo debía ser el “antiguo” Aoshi? Parecía ser que era muy diferente al que era ahora. Hasta donde llegaba esa diferencia de carácter y actitud para él era todo un misterio.

El camino de vuelta se hacía más llevadero ya que iban cuesta abajo y sólo tenían que esquivar las piedras y la maleza. Había refrescado, la chica tenía razón al decirle que iba a cambiar el tiempo, el cielo azul se había convertido en una mar de nubes negras que amenazaban con descargar su furia sobre ellos. Aceleraron el paso cuando las primeras gotas empezaron a caer, pero la tromba de agua no tardo en mostrar toda su intensidad, afortunadamente habían caminado lo suficientemente deprisa como para llegar al templo donde pudieron refugiarse.

-¡Rayos! Estoy empapada…- la chica abrió la puerta de la sala de oración- ¡oh, oh!

-¿Qué…?

No necesitó acabar su pregunta, sólo con echar un vistazo entendió a que venía el “oh, oh” alguien había dejado los ventanales abiertos el suelo estaba completamente encharcado.

-Debería haberme imaginado que el último día que estuvo aquí no habría pensado en cerrar las ventanas… siempre se las deja abiertas.

-¿Fui yo?

-Sí… digo no… digo… no lo sé…- la chica resbalo logrando mantener el equilibrio de milagro- ¡wow! Será mejor que las cierre.

-Cuidado- el ninja agarró el brazo de la joven- el suelo resbala…

Demasiado tarde para tratar de remediarlo, ambos resbalaron, Misao cayó de espaldas al suelo y él consiguió apoyar las manos a ambos lados de la cabeza de la chica antes de caer sobre ella, se quedaron mirándose fijamente, la chica estaba ruborizada con los labios entreabiertos mirándole con un toque de timidez y dulzura, su ropa mojada completamente ceñida a su cuerpo marcando las delicadas y femeninas formas. Aoshi apoyó todo el peso de su cuerpo sobre uno de sus brazos, con su otra mano acarició los dedos de la ninja subiendo por su mano, rozando la suave piel de su brazo hasta llegar al femenino hombro cubierto por la tela del uniforme, deslizó los dedos por su delicado cuello finalizando su recorrido en la ruborizada mejilla.

Misao estaba completamente extasiada por ese gesto de su amado, sintiendo como retiraba el mojado flequillo de su frente, sus fuerzas se habían esfumado y era incapaz de moverse, estaba completamente a la merced del ex-Okashira. Cuando se hubo cansado de acariciar el pelo la chica besó sus labios, pero no como aquella primera vez, ese no era un beso inocente, el hombre se había dejado llevar por la pasión, la besaba con fiereza y su cuerpo respondía automáticamente a todo lo que el ninja hacía, sus dedos se enredaron en el cabello de Aoshi al tiempo que él acariciaba una de sus piernas. Un gemido escapó de los labios de la chica que tiró con fuerza de la solapa del gi masculino avivando aún más el deseo de Aoshi. Definitivamente no quería detenerle y que Kami la perdonara por dejarse llevar por semejante arrebato de pasión y encima en un templo.

Un relámpago les iluminó y segundos después se escuchó el estruendoso trueno que asustó a la ninja haciendo que se abrazara con fuerza al cuello de Aoshi, poniendo fin al apasionado momento.

-¿Te dan miedo los truenos?

-No, es que no me lo esperaba- Misao se incorporó, era el momento ideal para desviar la atención del ninja- Hay que cerrar las ventanas.

Aoshi se apartó dejando que Misao se levantase, pero él se quedó tumbado bocabajo en el suelo, no quería que la chica se diera cuenta de lo que pasaba en cierta parte de su anatomía masculina, observó a la kunoichi cerrar apresuradamente las ventanas, después abrió un pequeño armario de madera rebuscando alguna cosa.

-¿Mantas?

-Ya le dije que pasa mucho tiempo aquí- mantenía la mirada baja, era incapaz de mirarle a la cara después de lo ocurrido- se las traje para las frías noches de invierno. También debería haber algo de comer si tiene hambre.

-Siento lo de antes- al fin podía ponerse en pie tranquilo- no se que me ha pasado.

-Pues no parece que tenga intención de dejar de llover.

Era evidente que no quería hablar de eso, era un pervertido y como tal acababa de comportarse, a saber hasta donde habría llegado si el trueno no la hubiera asustado. Y hablando de truenos de nuevo se dejó oír uno y la chica pegó un brinco, eso le sonaba…

Sí, lo recordaba… de pequeña le tenía pánico a las tormentas.

FLASH BACK

Aoshi desde su habitación oía los lloros y los grititos ahogados de la pequeña Misao, se había desatado una fuerte tormenta, era cuestión de tiempo que se levantara.

Los temerosos pasitos de la niña llegaron frente a su puerta, Aoshi suspiró, la pequeña abrió la puerta abrazada a su almohada y entró en su cuarto, desde la entrada le miraba con sus grandes ojos verdes llorosos, esperando su habitual gesto de hacerle hueco bajo las mantas. El Okashira se hizo a un lado indicándole que se acostara a su lado.

-Hoy será la última vez- la niña se acomodó pegándose al cuerpo de Aoshi.

-Eso mismo dijiste ayer y antes de ayer y cada vez que hay tormenta.

-Jo… pero esta vez lo conseguiré- un fuerte trueno la hizo gritar de terror cogiendo con fuerza el cuello de la yukata del ninja- Aoshi-sama…

-Cálmate y duerme, no te pasará nada.

La pequeña se acurrucó entre sus protectores brazos pero continuaba sujetando con fuerza la yukata, sus manitas estaban blancas de tan apretadas que las tenía.

FIN DEL FLASH BACK

Sabía que había un motivo para ese miedo aunque no lo recordaba, motivo que aún la asustaba por más que tratara de disimularlo. La observó sentada en un rincón de la sala sobresaltándose con cada trueno, caminó hasta ella para sentarse a su lado le miró con los ojos humedecidos. El ninja abrió la manta que llevaba sobre los hombros, la Okashira sonrió al reconocer ese gesto, el mismo de cuando sólo era una niña, se levantó para acomodarse en el regazo de Aoshi y este la cubrió rápidamente con la manta.

-No tienes de que preocuparte.

-Lo sé…

-¿Cuántas mantas hay?

-Dos… ¿por qué lo pregunta?

-Porque deberíamos deshacernos de la ropa mojada- la comadreja se escondió bajo la manta ocultando el sonrojo- no miraré, sólo tienes que taparte con la otra manta.

Si se quedaban con la ropa mojada aunque fuera verano acabarían resfriándose, la joven se puso en pie y se dirigió a la esquina opuesta despojándose de su uniforme quedándose en ropa interior para después taparse con la manta. El ninja permanecía de espaldas a ella quitándose la ropa también. Una vez libres de los uniformes mojados volvieron a la posición anterior.

-No se lo cuente a nadie- el ex-Okashira la miró- que me han asustado unos cuantos truenos.

-Tranquila, será un secreto.

-Gracias.

Se abrazó al desnudo torso del ninja calmándose al instante.

La lluvia cesó bien entrada la noche, en el Aoiya debían estar preocupados por ellos, habían salido por la mañana y no habían dado señales de vida durante el resto del día. La kunoichi dormía placidamente en sus brazos y aunque no quería despertarla no tuvo otra opción, no podía llevarla medio desnuda a casa y vestirla él mismo no sería una buena idea, la zarandeó suavemente logrando despertarla indicándole que se vistiera. Así que ambos se dieron la espalda para vestirse.

-Aoshi-sama…

-No le contaré nada a nadie.

La mejor opción era mantenerlo todo en secreto, si algo de todo aquello llegaba a los oídos del anciano ya podía darse por muerto.

-No era eso… ya son más de las doce de la noche- el ninja asintió sin comprender a donde quería llegar la chica- ¡es su cumpleaños! ¡Felicidades!

-Vaya, gracias.

La ninja suspiró, eso había sido muy Aoshi, tan carente de entusiasmo como siempre, ya sabía que seguramente era la única en el Aoiya que se alegraba de cumplir años, más que nada por que conservaba la esperanza de que algún día la trataran como a una adulta, pero ¡maldita sea! Al menos podía fingir algo de alegría, seguro que si se olvidara se enfadaría con ella ¡Kami! Que hombre más complicado.

-Volvamos a casa…

-¿Cuántos…?

-Treinta y uno.

El hombre se quedó perplejo ¡treinta y un años! Era oficialmente un solterón ¿qué pasaba con su vida? No había sido capaz de formar una familia en todo ese tiempo…

La ninja le miró fijamente, podía leer en su rostro lo que estaba pasando por su mente ¿desde cuando Aoshi Shinomori se planteaba formar una familia?

-¿Volvemos?

Los dos Onis emprendieron el camino de vuelta a su hogar en el más absoluto de los silencios, la incomodidad podía palparse en el ambiente. Una vez en casa Misao tomó un baño caliente mientras Aoshi esperaba a que terminara para bañarse él también.

La noche dio paso al día y con eso una noticia que le golpeó con fuerza, Misao no estaba y por más que preguntaba nadie le decía nada al respecto y lo más molesto no daban ni la más minima muestra de preocupación por lo que pudiera haberle ocurrido. Carcomido por la preocupación y la curiosidad fue al despacho de Okina dispuesto a aclarar varias cosas.

El ex-Okashira llamó a la puerta esperando la orden de entrar del anciano que no se hizo esperar.

-Pasa, muchacho- el ninja entró- ¿qué se te ofrece?

-Necesito saber algunas cosas

-Si lo que quieres es saber dónde está mi terroncito de azúcar ya te advierto que no voy a decírtelo.

-…- tendría que esperar y sacárselo de otra manera entonces- ¿qué tipo de relación tengo con Misao?

Okina no podía negar que se sentía sorprendido por el repentino interés del hombre por conocer el tipo de relación que mantenían, se planteaba si aprovecharse de la situación para hacerle creer algo que no era para ver si así se animaba a darle un nietecito, o si portarse bien y contarle la verdad, esa sería la mejor opción o cuando se recuperara haría gala de sus dotes de ninja y esta vez si que le mataría.

-No tienes relación con ella, es ella quien la tiene contigo- el ninja no comprendía- tu te limitas a apartarte de todo y de todos y ella se empeña en arrastrarte de nuevo al mundo de los vivos. Ella te quiere con locura y tu le respondes con toda la frialdad e indiferencia del mundo, aunque sólo lo aparentas- vale, ahora entendía menos aún- verás… cuando asesinaron a sus padres se te metió en la cabeza la idea de criarla como si fuera tu hermanita o tu hija, para tenerla cerca y protegerla, pero ese fue tu gran error, por que ella nunca será ni tu hermana ni tu hija.

-No entiendo lo que quieres decir con eso.

-Hace tiempo que Misao creció y no es un ser inocente y alejado de los deseos mundanos. Te empeñas en mantenerla alejada de lo que es propio de una joven con ansias de vivir, y tu modo de solucionarlo es encerrarte en un templo a reflexionar sobre alguna estupidez sin importancia, por que seamos sinceros, hace tiempo que tu motivo de autocastigo se esfumó. Ahora no lo recuerdas… pero cuando lo hagas comprenderás lo que te digo.

-¿Voy al templo por eso?

-Sí- ya que estaba aprovecharía para meter un poco el dedo en la yaga- Veamos, muchacho… aunque te niegues a reconocerlo tu la amas, pero no como a alguien de tu familia, la amas como a la mujer que es, pero no hagas ninguna estupidez por que si no cuando el viejo Aoshi esté de vuelta lo primero que harás será irte bien lejos.

-Si es así…

-Es por que quieres protegerla, ya te lo he dicho. Soy la tercera persona que mejor te conoce, aunque debería ser la primera… a fin de cuentas te vi nacer y no soy un viejo majadero aunque lo aparente. Y un mensaje para el Aoshi de siempre, que conste que todo esto no lo digo para probar suerte, hace muchísimo tiempo que me di cuenta, no me trocees- hizo pucheros- hay muchas bellas jovencitas que quieren tomar el té conmigo.

Según el anciano sus sospechas eran ciertas, pero la advertencia llegaba tarde, ya había hecho una estupidez, aunque tendría que asumirlo.

Y mientras tanto ¿dónde estaba la Okashira? Pues la muchacha había encontrado la mejor manera de evitar al ex-Okashira, dedicarse a limpiar el templo de arriba abajo, además de eso tendría que cambiar algunos tablones del suelo que se habían bufado con la “inundación” del día anterior. Tenía que reordenar sus ideas, si bien estaba encantada con el episodio nocturno de pasión, sabía que no estaba bien había dejado que se hiciera una idea equivocada.

Debía prepararse para lo que Okina hubiera organizado por el cumpleaños de Aoshi, sería muy sospechoso que no apareciera por allí y lo que menos le apetecía era un interrogatorio de su abuelo, ya improvisaría la manera de escabullirse entre el resto de Onis y no cruzarse mucho con él. Tenía que fingir que todo estaba en su debido lugar.

Continuará

Escrito el 14 de diciembre de 2008

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