martes, 12 de mayo de 2009

EL AMOR DUELE… Cuando falla el plan



Rurouni Kenshin y sus personajes pertenecen al gran Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

EL AMOR DUELE…

Cap 9.- Cuando falla el plan

Lo primero que hizo cuando llegó al Aoiya fue buscar a Misao, pero aún no había vuelto, así que salió a buscarla, era muy tarde ya era casi la hora de cenar, hacía horas que debería haber vuelto ¿es que se había propuesto preocuparle? Sólo esperaba que no se hubiera tropezado con aquellos imbéciles.

Salió a la calle, seguir el rastro de Misao nunca había sido muy complicado, cuando estaba en Kyoto no solía preocuparse en ocultarlo así que seguro que encontraba el camino. Y no se equivocaba, Misao y su amigo habían ido en dirección al templo. Sin perder más tiempo corrió tras los paso de los jóvenes, se habían desviado hacia la montaña ¿por qué? Se temía lo peor. Aceleró el paso hasta llegar a un pequeño claro allí se detuvo bruscamente.

Misao estaba sentada encima de la montaña de cuerpos inconscientes de los seis idiotas de aquella misma mañana, pero ¿dónde estaba su amiguito? La jovencita miró hacia donde él estaba y sonrió.

-Aoshi-sama ¿ha venido a buscarme?

-¿Qué ha pasado?- preguntó avanzando hasta ella.

-Pues parece ser que nos han visto salir del Aoiya y nos han seguido.

-¿Y Mudô?

-En teoría ha ido ha buscar ayuda, pero no hacía falta.

-¿Te ha dejado sola con ellos?- la miró incrédulo.

-Sí, le dije que fuera a buscar a la policía…

-¡Idiota! ¡Eres una inconsciente! ¡Podrían haberte hecho cualquier cosa!

-Aoshi-sama… sé cuidarme perfectamente.

Le tiró del brazo y la empotró bruscamente contra el árbol más cercano, impidiendo que se moviera.

-¿Crees que puedes defenderte de cualquier cosa?

-¡Ay! ¡Me hace daño!

-Pues imagina que más podría hacerte si quisiera.

Acababa de amenazarle pero ¿por qué le resultaba tan excitante la amenaza de Aoshi? Debería enfadarse por lo bruto que estaba siendo, le estaba haciendo daño en el brazo.

-Empieza a ser más responsable.

-Shinomori-san ¿qué está haciendo?- Seichiro y un policía le miraban cargados de curiosidad- parece que la esté atacando.

-¿Atacarme? ¡Qué tontería Sei-chan! Me he caído y me estaba ayudando ¿verdad, Aoshi-sama?

-Aa.

-Pues hubiese jurado que no tenía buenas intenciones- sonrió nervioso al ver la gelidez de la mirada de Aoshi- si todo está bien… yo… me voy a casa, ha-hasta mañana Mi-chan.

El joven se marchó a toda velocidad antes de que pudiera cruzársele un cable al ninja y decidiera hacer filetes con él, pero su felicidad acabó cuando le vio parado en mitad del camino, no sólo le había seguido si no que incluso le había adelantado, qué hombre más rápido.

-Te dije que no la perdieras de vista.

-Me amenazó con pegarme si no iba a por la policía.

-¿Haciendo caso a las amenazas de una niña?

-¡Misao no es una niña! Es una mujer y si no quiere verlo es su problema, además es bien capaz de cumplir sus amenazas.

-Dame un solo motivo por que el que no deba darte una paliza.

-No tengo ninguna obligación de decirle nada, haga lo que le venga en gana.

Seichiro reemprendió su camino mostrando una increíble seguridad que en realidad no sentía, Aoshi se quedó parado sin saber como reaccionar, acababa de vacilarle un crío. Se quedó allí plantado hasta que llegó Misao y le sacó de su estupor.

-¿Qué hace aquí parado? Creía que iba al templo.

-Misao, necesito que me ayudes con algo.

-Claro ¿qué necesita?

-Tengo que regalar unas flores.

-¿A quién?

-A una mujer.

-Ah…-suspiró, mejor no haber preguntado, seguro que eran para Yuri- busque sus flores favoritas, eso es lo mejor.

-No sé cuales son ¿Cuáles te gustan a ti?

-Pues… las que me gustan a mi no son muy apropiadas, así que no creo que le sean útiles…- la miró esperando una respuesta- que pueda encontrar en una floristería me gustan las primulas, los girasoles, los tulipanes y las velloritas, pero las flores silvestres son las que más me gustan- finalizó con una sonrisa.

Flores silvestres, eso pegaba con su carácter, debería haberse dado cuenta… de pequeña siempre volvía cargada de flores del bosque y decía que eran tan bonitas que no podía dejarlas allí.

-Jejeje siento no serle de mucha utilidad…

-No, me has ayudado mucho, gracias.

-¿Ah? De nada- le miró sorprendida ¡acababa de darle las gracias!- hacen buena pareja…

-¿Mmm?

-Nikaido-san y usted.

Maldición… se había olvidado de aclarar que no eran pareja, ese era un buen momento para explicarle que no había nada entre ellos, pero la comadreja echó a correr diciendo que tenía algo que hacer para Okina dejando al ninja sólo en el bosque. No pudo acabar su cuestionario, sabía las flores pero no el resto ¿dónde conseguir la información? El amigo de Misao, no tenía nada que perder. Y a su encuentro fue, odiaba ir al mercado pero no le quedaba otra opción, por suerte para él era la hora del cierre y a penas había gente.

-Shinomori-san, si viene a amena…

-¿Cuál es el color favorito de Misao?

-¿Uh? ¿Es qué no lo sabe?- el ninja alzó una ceja- ella siempre dice “el color que más me gusta es el de los ojos de Aoshi-sama”- dijo imitando el modo de hablar de la kunoichi- así que ese es su favorito.

-Azul…

-Disculpe pero tengo mucha prisa… ¿por qué no le pregunta a ella?

-Oye.

Tarde… el muchacho se había marchado a toda prisa ¿qué demonios pasaba? ¿Estaba perdiendo facultades? Le estaban tomando a broma tanto Mudô como el lobo y encima se quedaba sin respuestas.

Ahora tenía tres opciones…

Opción uno interrogar a las dos chismosas del Aioya y que seguro conocían los gustos de Misao.

Opción dos interrogar al viejo loco que lo más probable es que muriera presa de un ataque de la risa al saber que no conocía los gustos de la muchacha y después, trataría de matarle por haberse atrevido a enamorarse de ella.

Opción tres ir directamente a la fuente, o lo que es lo mismo, preguntar a Misao directamente.

Tras una intensa discusión consigo mismo llegó a la conclusión que lo mejor era preguntar a Okon y Omasu, así el viejo loco le dejaría vivir un poco más y Misao no se enteraría de nada ¿qué podía fallar? Era un excelente espía.

De camino al Aoiya trató de hacer memoria sobre cosas que decía la muchacha, como lo de las flores que debería haber recordado con facilidad, le gustaba beber té, hablar de todo lo que le pasase, no quería que el Oniwabanshu desapareciese nunca, también quería ser una buena Okashira, adoraba a Okina, le gustaba cocinar y seguramente viajar por que siempre le seguía, siempre pedía pastelillos castella con el té, el té… siempre era té verde, sería su favorito, una vez se pararon en un pueblo costero y había estado correteando en la orilla tratando de no mojarse los pies cuando rompían las olas... se había divertido mucho, seguro que eso le gustaba también.

Ciertamente tenía mucha información sobre ella la cuestión era si sería capaz de utilizarla a su favor, si tuviera que torturarla o asesinarla sí sabría pero con fines románticos… era un completo estúpido en ese campo.

A lo lejos vio a Misao acompañada de Hiko ¿qué hacían esos dos juntos y tomando el té? Parecían muy amigos, pero no recordaba que se llevasen tan bien como para tomar algo juntos contarse confidencias y reír a carcajadas…

No podía acercarse por que sabía que Hiko le detectaría si acortaba la distancia y eso levantaría las sospechas sobre que algo estaba ocurriendo y con Saito ya tenía suficiente tortura. Pero si era sincero se moría de curiosidad… ese hombre volvía locas a las mujeres con sólo mirarlas, la comadreja siempre había sido inmune a sus encantos, sólo esperaba que eso no hubiese cambiado y estuviesen juntos por mera casualidad.

Pero la cruel realidad era otra, en realidad Misao no tenía que hacer ningún encargo para Okina, había quedado con Hiko por que se había ofrecido a ayudarla con Aoshi y reían por que él había imitado la forma de actuar y hablar del cubo de hielo.

-Muy bien, lección uno, cuando tu querido ninja se ponga borde contigo ignórale, pero no pongas cara de perro apaleado, ignórale por completo, como si no existiera, que sepa que no puede hacer lo que le de la gana contigo, tienes sentimientos y su comportamiento te afecta, así que sé cruel y véngate.

-Pero Hiko-san…

-Mira, el cubo de hielo es un guerrero a él las relaciones sentimentales le quedan grandes, no es capaz de mantener una relación normal por que está acostumbrado a la soledad por eso sus reacciones son desmesuradas con las situaciones- bebió un poco de su té- A parte tú nunca le has llevado la contraria, pareces su mascota, le sigues fielmente, por eso en cuanto te has impuesto un poco ha saltado del modo que lo haría si le hubieses traicionado ¿comprendes?

-Sí… pero yo no quiero que se enfade.

-No seas tonta, ya te dije que tu eres la Okashira puedes hacer lo que te de la gana sin dar explicaciones a nadie, aprovéchalo ¿quieres conquistarle, no?- ella asintió- pues no hay nada mejor que ponerle las cosas difíciles, cuando crea que puede perderte se espabilará, ya lo verás.

Hiko continuó aconsejando a la comadreja pero ¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones? A ella no parecía preocuparle demasiado… por su parte Aoshi seguía intentando escuchar algo pero estaba demasiado lejos y la verdad, empezaba a molestarle no saber que pretendía el maestro del Hiten Mitsurugi.

Continuará

Escrito el 18 de febrero de 2009

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