viernes, 22 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 17.- Secretos al descubierto



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 17.- Secretos al descubierto

Nada más arreglarse buscó a Okina, definitivamente el viejo le estaba esquivando, había vuelto a desaparecer, pero eso no volvería a ocurrir, ya tenía un plan para evitarlo. Bajó al comedor tenía un poco de hambre, vería que habían preparado. La primera en recibirle fue Misao de un humor inmejorable y esta vez no estaba fingiendo, a qué se debía el cambio de su estado anímico era todo un misterio.

-¿Quiere comer? Hay sukiyaki de ternera, si prefiere otra cosa dígamelo.

-No, eso está bien, gracias.

-¡Perfecto! Ahora mismo se lo traigo.

-Misao, me alegro de verte tan animada.

La comadreja le sonrió antes de entrar a la cocina, eran impresionantes esos cambios de humor tan drásticos. Se sentó en la mesa del fondo junto a Megumi, Sanosuke, Kaoru, Kenji y Kenshin.

-Buenas tardes Aoshi-san- saludó Kaoru, él le respondió con una leve reverencia.

-¿Cómo lo has hecho?- preguntó de repente Megumi.

Todos miraron a la kitsune sin comprender a qué se refería su pregunta.

-¿Cómo he hecho qué?

-Misao ¿Cómo has hecho que se recupere tan rápido y sin medicinas?

-Sólo he escuchado lo que tenía que decir.

-¿Y qué tenía que decir?- intervino Sanosuke.

-No creo que sea de tu incumbencia.

-Claro que lo es.

-En ese caso pregúntale a ella.

La Okashira llegó con la comida para Aoshi interrumpiendo la conversación.

-¿Quiere algo más, Aoshi-sama?- el ninja negó- ¿Y vosotros?

-Lo que quiero me lo tendrás que dar después- rió Megumi.

-No queremos nada Misao-dono, gracias.

-Eso, no queremos nada comadreja- dijo Sanosuke.

-¡No me llames comadreja!

-Lo que tú digas, comadreja.

Por suerte para el cabeza de pollo la llamaron desde una de las mesas y no tuvo más remedio que ir a atender, pero ya se vengaría tarde o temprano de él.

A media tarde apareció Saito quien sin mediar palabra se llevó a Misao al dojo seguramente tendrían asuntos que tratar sobre alguna misión que se llevaran entre manos o por el tema de la mafia del opio.

Trató de centrarse en la conversación que mantenían sus ‘amigos’ pero no tenía ni idea de que rayos hablaban, decían algo sobre la fiesta de los cerezos de aquella misma primavera y de lo bien que se lo pasaron… que engorroso no recordar nada de eso.

Se puso en pie repentinamente y empezó a mirar a todos lados, escuchaba el choque de metal y algunos gritos e insultos amortiguados por la madera ¿qué demonios? ¿¡Les atacaban!? ¿Por qué nadie reaccionaba? ¿Y por qué le miraban como si estuviera loco?

Aoshi salió corriendo hacia el interior de la pensión del Oniwabanshu mientras el Kenshingumi le miraban entre confundidos y sorprendidos, algo le había alarmado era evidente pero no había nada extraño allí, eso o tenía mucha prisa por ir al baño...

Se detuvo en mitad del patio para localizar el lugar del que provenían aquellos ruidos rápidamente identificó el dojo como la fuente. Corrió hasta allí, se detuvo frente a la puerta sin saber como interpretar aquello o como reaccionar.

Misao estaba sentada en el suelo frotándose la espalda con una mueca de dolor y la katana de Saito clavada justo a su lado de un modo muy amenazante, ambos le miraron fijamente ella con preocupación por verlo petrificado y él con una ceja alzada y una sonrisa inquietante.

-¿Crees qué sigue vivo, comadreja?

-¡Eh! ¡No digas esas cosas!

-Parece que aún respira ¿no?- dijo desclavando su katana.

-¡Qué no digas esas cosas!

Suspiró sacando un cigarrillo, lo llevó a sus labios y lo encendió, volvió a mirar al ninja petrificado, su cuerpo estaba ahí pero era evidente que su mente estaba en un lugar muy lejano. No tenía ganas de aguantar tonterías así que procedió a despedirse de la comadreja.

-Menos mal que no soy un enemigo que pretendía matarte si no ya estarías muerta, niña. Cuando se despierte dile que venga mañana a verme.

-¿Ah? ¡Si está despierto!

-Sí, lo que digas. Adiós canija.

El lobo pasó junto a él y como ya esperaba ni se inmutó, realmente se había perdido en algún punto de su propia mente. Cuando Saito hubo desaparecido de su campo visual se puso en pie dolorida y caminó hasta Aoshi, se puso de puntillas y acarició la mejilla del ninja haciendo que saliera de su trance.

-¿Se encuentra bien?

-¿Y Saito?- miró a su alrededor, no se lo había imaginado, eso lo sabía seguro.

-¿Ah? Se fue hace un momento…

Sujetó con fuerza uno de sus delgados brazos y lo examinó con detenimiento, habían antiguas cicatrices marcadas en su piel, sabía que algunas de ellas las había hecho él. La miró apenado ¿por qué la había atacado?

-Aoshi-sama…

-Te he atacado- Misao ladeó la cabeza sin entender de que hablaba el ninja- he usado mis armas contra ti.

-Mmm… nunca me ha atacado.

-Recuerdo haberlo hecho.

-Creo que está confundido- le sonrió- lo que usted recuerda son entrenamientos. Somos ninjas así que usamos nuestras armas incluso en los entrenamientos, pero nada más…

-No debería haberlo hecho.

La comadreja rodó los ojos exasperada, ya tenía una nueva excusa para seguir culpándose por cosas tontas con importancia sólo para él. Si no le tuviese tanto respeto le pegaría una buena patada en toda la cabeza a ver si le arreglaba el cerebro.

-¡Ni se le ocurra! ¿Me oye?- él abrió sus ojos con sorpresa- cómo se culpe por haberme herido durante un entrenamiento ¡juro que me enfadaré! ¡Y MUCHO!

-…- se vio tentado de reír pero la seriedad de ella le advirtió que era mejor no hacerlo- está bien.

-Ay, ay, ay- se dejó caer hasta el suelo- ese animal me ha dejado la espalda hecha un asco ¡qué daño!

-¿Te ha atacado?

-No, no, claro que no- movió las manos negando- me está ayudando a entrenar ahora que usted no puede hacerlo, en el fondo no es tan malo como pretende parecer. Ahora que me acuerdo- se llevó un dedo a la barbilla- antes de marchase me pidió que le dijera que quiere verle mañana.

La muchacha se fue a bañar antes de empezar a preparar la cena para los clientes y él regresó a la mesa en la que había estado junto al Kenshingumi y aunque le preguntaron por su extraña huida prefirió mantener en secreto que había malinterpretado los sonidos del entrenamiento.

Al fin la larguísima jornada llegaba a su fin, los Onis se dirigieron rápidamente a sus habitaciones para entregarse al reparador sueño. Rato después Okina entró sigilosamente en el Aoiya y sonrió al comprobar que ya todos dormían, se escabulló hasta llegar a su cuarto, el futón estaba extendido, él no lo había preparado seguro que había sido su pastelito de cereza cubierto de nata, sin pensar más en ello se acostó con una sonrisa de oreja de oreja.

-Aaaaah… que día más largo…

-¿Te has divertido, Okina?

El anciano se sobresaltó al oír la gélida voz de Aoshi, trató de levantarse pero unas cuerdas aparecieron de la nada y le inmovilizaron por completo, nunca hubiese imaginado que le fueran a poner una trampa en su propio futón y menos aún que ese hombre recordase como se preparaban ese tipo de trampas tan antiguas. El ninja salió de entre las sombras de la habitación y se sentó junto al anciano.

-Basta de juegos, cuéntame de inmediato todo lo que te estás callando.

-¡Te dije que nada de armas!

-Es una cuerda no un arma y no me cambies de tema.

-No serviría de nada que te contara todo lo que sé ¿qué harías? ¿Preguntarle a Misao por lo que no recuerdas? No seas ridículo.

-Puedo preguntártelo a ti, no tienes excusas, habla de una vez.

-No voy a contarte nada- dijo poniendo morros.

-Muy bien entonces le preguntaré a Misao, la arrastraré conmigo al infierno y me dará igual amenazarla para que me conteste o que se hunda ¿no quieres eso, verdad?

-¿Serías capaz de hacer eso?

-En algún momento de mi vida fui un hombre sin escrúpulos, seguro que puedo volver a serlo.

-No le hagas eso… ¿qué quieres saber?

-Todo lo que no me dijiste.

-Ayame-chan no era una Oniwabanshu, su familia era una de las más influyentes de todo Japón. Los abuelos de Misao se conocieron en una batalla no luchaban en el mismo bando pero entablaron una gran amistad, el clan Araki se fijó en el estatus social de Mitsuoka Rei-san y le presionó hasta que tuvo el control sobre toda su familia, por aquel entonces no teníamos más de veinte años. Kazuya y Rei se mantuvieron en contacto a pesar de la enemistad de ambos clanes, cuando las cosas se pusieron feas pidió a Kazuya que cuidase de su hija menor…

-¿Ayame?

-Sí… ella era una kunoichi excepcional, con una vitalidad y un optimismo arrolladores, sabía que moriría muy joven pero nunca dejó de sonreír y vivir al máximo…

-¿Quién la asesinó?

-El verdugo no sé quien fue pero sí sé que fue por orden del líder del clan Araki.

-¿Qué perseguían?

-Tener el dominio completo sobre ellos, seguramente le ofrecieron la opción de casarse con alguien del clan, pero una vez se hubo casado con Kira-san ya no les era útil.

-¿Qué hay de Misao?

-Ella si es una Oniwabanshu, no sé si les será de utilidad, lo que sí sé es que no se arriesgaran a matarla si pueden conseguir algo de ella, seguro que les encantaría obtener el poder sobre nuestro clan, por que ella es la Okashira, podrían casarla con uno de ellos, pero sé que preferiría morir que casarse con alguien a quien no ama.

-¿Por qué no me has contado esto antes?

-Por que le prometí… a Ayame-chan que cuidaría de ti, ella te quería mucho y se enfadaría como una mala cosa si supiera que te he contado esto, mírate, se te ve afectado.

-¿Misao sabe algo de esto?

-Ni lo sabe ni debe saberlo.

-¿Me ocultas algo más?

-No, eso es todo.

-De acuerdo- desató las cuerdas que aprisionaban al anciano- espero que no vuelvas a ocultarme nada más.

-¿Compartirás la información que te de Saito?

-Eso quería hacer esta mañana pero no estabas. Por cierto- se detuvo en la entrada del cuarto- nunca le haría algo así a Misao, no podría hacerlo. No desaparezcas mañana- el ninja abandonó el cuarto.

-Realmente la quieres…- susurró Okina al vacío.

Aoshi entró en su cuarto, cerró el shoji y se dejó caer al suelo poniendo en orden sus ideas. Ayame pertenecía al clan Mitsuoka que fue absorbido por el clan ninja Araki, hasta ahí todo estaba claro, el problema venía con lo ocurrido unas semanas atrás, aquella gente había ido hasta allí para buscarle a él pero ¿por qué? ¿Tenía él alguna relación con aquella gente? Según lo que había dicho Okina lo lógico sería que buscasen a Misao por ser descendiente de Ayame, además era la Okashira, en ese sentido era mucho más útil que él.

Era muy desconcertante, si al menos fuese capaz de acordarse de algo de eso… lo único que lograba cuando trataba de concentrarse era un horrible dolor de cabeza y de vez en cuando y si tenía suerte algunas imágenes inconexas que de nada servían pero que le producían algunas sensaciones que podía relacionar con cosas o personas.

Tendría que investigar un poco sobre el tema e informar a Saito de lo que había descubierto, tal vez esos escasos detalles sirvieran de algo al fin y al cabo.

Por la mañana fue directo a hablar con el lobo, cuanto antes empezara antes acabaría y realmente su paciencia con la kunoichi estaba llevando a su fin, quería las respuestas antes de hacer cualquier cosa de la que debiera arrepentirse.

Mientras tanto Misao desayunaba con cara de aburrimiento, sus amigos habían ido al mercado, los demás trabajaban, Aoshi había desaparecido y ella tenía el día libre… suspiró con pesadumbre tragando el último pedazo de pescado. Quizás podría ir a ver a Hiko, aunque pensándolo mejor seguro que le mandaba a trabajar mejor no ir, podría ir a ver si Tokyo seguía en Kyoto con ella siempre se divertía, sobre todo cuando le contaba cosas sobre el lobo, pero si iba tardaría mucho tiempo en el trayecto de ida y vuelta.

Rin la observaba desde la puerta con diversión, también era su día libre y estaba bastante aburrida, era un buen momento para entablar relación con la nueva Okashira, se acercó hasta ella en total silencio para sentarse a su lado sonriente.

-¡Misao-chan!

-¡Ah, Rin-san! ¿Ocurre algo?

-No, no- sonrió ampliamente- he pensado que podríamos hacer algo juntas tu y yo, me gustaría que fuésemos amigas.

-Claro, me gustaría mucho.

-Te voy a llevar a un lugar precioso, ya lo verás.

-¿Me das un minuto para cambiarme?

-Adelante, no hay prisa. Te espero aquí.

La comadreja corrió escaleras arriba emocionada por ese ofrecimiento de amistad de la kunoichi. Cambió yukata del Aoiya por su ropa habitual, se peinó un poco y bajó a toda velocidad hasta donde Rin le esperaba.

-¡Ya estoy!

-Si que eres rápida…- sonrió y le tendió su mano- vamos Mi-chan, te encantará.

Salieron del Aoiya con rumbo a algún lugar desconocido para la comadreja pero eso no tenía importancia para ella por que tenía una oportunidad de oro para conocerle, quería eliminar toda aquella tensión que había entre ambas, al menos por Omasu que era la hermana de Rin.

Se adentraron en el bosque en dirección a Otsu, era un camino bastante llano y era curioso pero nunca antes había pasado por allí, miraba a todos lados fascinada por los enormes árboles centenarios.

-Es una vieja ruta que usábamos para acceder a la parte alta de Otsu, no es un camino conocido- dijo Rin- por eso no sabías de su existencia.

-Eso lo explica todo… ¡qué rabia! Ojala fuese más mayor.

-¿Cuánto tiempo hace que eres Okashira?

-Cuatro años.

-Vaya, eso es mucho tiempo, deberías conocer este tipo de rutas.

-Supongo que tienes razón…- suspiró- ¡tendré que estudiar más!

-Bueno, tómatelo con calma. Mira- señaló frente a ella- es allí.

-¿Aquella mansión?- la comadreja parpadeó- eso es un propiedad privada ¿no?

-Jajaja sí, pero donde vamos es justo detrás.

La comadreja miró fijamente el lugar sin imaginar que era lo que habría detrás de aquella mansión de estilo occidental, no tardó en obtener su respuesta.

-¡Wow! ¡Es precioso!- gritó Misao emocionada.

-Sabía que te gustaría.

Un enorme jardín japonés se extendía frente a sus ojos, más allá un basto prado de coloridas flores, parecía un pedacito del Edén que salía en los escritos cristianos.

-Vamos, entremos- la mirada fascinada de Misao cambió a una llena de confusión hacia la kunoichi- aunque esté al lado de esa mansión es un lugar abierto al público- sonrió tranquilizándola- de pequeña venía mucho por aquí con O-chan, era nuestro escondite, así que… es un secreto- dijo llevándose un dedo a los labios- no se lo cuentes a nadie ¿eh?

-¡Confía en mi!

Sin perder más tiempo corrió con decisión hacia aquel pedacito de paraíso que le fascinaba tanto, Rin la siguió y se pusieron a juguetear por allí como un par de chiquillas sin preocupaciones ni problemas.

Mientras ellas se divertían alguien las observaba desde la ventana más alta de aquella mansión con una mueca siniestra, las cosas empezaban a ir según sus planes, pronto lograría aquello que tanto tiempo llevaba tratando de recuperar.

Continuará

Escrito el 1 de marzo de 2009

1 comentario:

  1. me encanta eres muy creativa sabes lo ke seria interesante saito y misao seria gracioso verlos como pareja y lindo jejej

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