miércoles, 6 de mayo de 2009

EL AMOR DUELE... cuando todo sale mal



Rurouni Kenshin y sus personajes pertenecen al gran Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

EL AMOR DUELE…

Cap 4.- Cuando todo sale mal

El sol se mostró puntual sobre Kyoto, la Okashira abrió los ojos perezosamente, a penas había pegado ojo por los nervios de esa “cita” con Aoshi, estaba muy ilusionada aunque lo más seguro es que la llevara a entrenar o al templo a meditar o a alguna misión suicida de Saito, como fuese, la cuestión es que le había invitado él directamente. Al otro lado de la pared el ex-Okashira meditaba, tratando de relajarse un poco, esperaba que sus planes salieran bien, su futuro dependía de ello. Oyó a Misao dar los buenos días a Kyoto y después sus inconfundibles pasos por el corredor perdiéndose por las escaleras, cuando dejó de oírla entró discretamente en su habitación y dejó una yukata azul con mariposas y un obi rojo sobre el futón. Sonrió satisfecho, a la muchacha le quedaría perfecto.

Volvió a su habitación como si nada hubiese pasado, rato después los pasos de Misao adentrándose en su habitación, trastear por allí haciendo vete a saber que y después un gritito de sorpresa, típico en ella. Pero la muchacha era más impredecible de lo que él se imaginaba, se coló en su habitación a abrazarlo.

-Gracias, gracias, gracias.

-Misao, estoy meditando.

-Disculpe… ya le dejo.

La Okashira se marchó bastante frustrada, ella dándole las gracias y él mandándole a paseo, eso si, muy educadamente, en su línea, vamos. Lo que ella no sabía es que no quería que supiera que lo de la yukata había sido cosa suya ¿tan predecible era? O tal vez ¿era que su Misao le conocía demasiado bien? Como fuera, aquello no estaba previsto.

Cuando se cansó de meditar, más bien le dolía el trasero de estar tanto rato en la misma pose, llevaba 6 horas sin moverse, pasó a buscarla por su habitación, le abrió la puerta enfundada en su nueva yukata con su larguísimo cabello recogido en una coleta baja, su mano se movió hasta la cinta que sujetaba su pelo y sin poder remediarlo la soltó, la comadreja le miró extrañada por ese gesto.

-Me gusta más suelto.

-Ah…

Sus mejillas se incendiaron y no pudo hacer más que bajar la vista al suelo, su Aoshi-sama acabada de hacerle un cumplido, a su manera, pero un cumplido al fin y al cabo. El ninja no pudo más que sentirse satisfecho por la reacción de su futura novia-esposa-madre de sus hijos.

Esquivaron a los Onis para salir a la calle sin ser descubiertos y ahorrarse así el interrogatorio, la muchachita caminaba sonriente a su lado, Aoshi eludió hábilmente al amiguito de su Misao y a algunos ninjas que amenazaban con estropear sus planes. Finalmente llegaron a su primer destino, una casa de té donde poder hablar. Se sentaron en una de las mesas del fondo, la más discreta de todas, en seguida llegó la camarera para tomarles nota.

-Té de jazmín- miró a Misao que dudaba sobre lo que pedir- Pide lo que quieras, te invito.

-Té verde y… un castella.

La camarera se marchó a buscar sus pedidos, bien, el plan consistía en hablar, y él sabía hablar ¿verdad que si? Acababa de hablar… al parecer se le habían acabado las palabras por que era incapaz de decir nada más, pensar si, pero hablar… Misao suspiró por el tenso silencio que les rodeaba y como si hubiera escuchado su suplica silenciosa se puso a contar anécdotas como de costumbre, y ahí estaba él, como si estuviera en el templo, bebiéndose el té que acababan de traerle y más callado que una tumba mientras la muchacha se desesperaba por sacarle un tema de conversación.

En vista del estrepitoso fracaso de su primera opción pasó al plan B, llevarla de compras, lo que no sabía Aoshi era que a Misao no le gustaba mucho eso de comprar por que siempre la trataban como si fuera una muñeca y le ponían a la fuerza una infinidad de modelitos, y a consecuencia de eso acababa de los nervios, claro que no tardaría en descubrirlo. La llevó a la parte más elegante del barrio comercial, allí todo era de alta calidad y había muchas cosas de importación.

-¿Tiene que comprarse un traje nuevo?

-…- ese no era el plan, pero ya que estaba allí…- Algo así.

-Si quiere yo le ayudo.

-Si ves algo que te guste pídemelo.

-No, no, no se preocupe. Sólo faltaría que tuviera que comprarme la ropa usted jajajaja.

-¿Qué tendría eso de malo?- se cruzó de brazos mirándola.

-Eeeh… nada, es sólo que… en fin, no es necesario…

El cerebro de Aoshi decidió hacer oídos sordos a lo que Misao le decía, la arrastró hasta una tienda de ropa femenina con un gran surtido de kimonos, yukatas, obis e incluso algún traje occidental.

-Buenos días parejita ¿buscan algo en concreto? ¿Algo para impresionar a sus invitados?

Ambos giraron a mirar a la dependienta, les había dado un susto de muerte.

-¡Oh Kami! Que buena pareja hacen, eres una muchacha con suerte, no sabes como te envidio.

-¿Qué? Aaah… esto… jejeje usted…

-Venga conmigo señorita tengo un gran surtido de kimonos ideales para usted.

Una mujer loca acababa de robarle a la Okashira descaradamente, la había metido en la trastienda y la escuchaba decir algo de un kimono, estrecho, que la dejaran, algo de que alguien estaba loco y entonces… la empujaron fuera con muy poca delicadeza enfundada en un kimono blanco con garzas y un obi carmín.

-¿A qué es ideal para su esposa?- la dependienta sonreía satisfecha.

¿Esposa? Y ahí estaba el gran Aoshi Shinomori petrificado ante la visión de su protegida, era tan hermosa… y creían que era su esposa. Y en esa situación sin poder evitarlo sus labios se movieron.

-Sí que lo es. Nos lo llevamos.

-Pe… pero…

La pobre comadreja no pudo acabar de hablar la arrastraron de nuevo a la trastienda esta vez para volver a ponerle la yukata que lucía antes, mientras tanto él pagaba y por el precio era obvio pensar que era el kimono más caro de todos los que había en aquel lugar. Cuando se la devolvieron ya era tarde para quejarse y Aoshi salía del lugar.

-¿Se ha vuelto loco?- el ninja la miró sin comprender- Se ha gastado una fortuna en algo que no necesito…- alzó una ceja y continuó caminando- además… se han pensado que usted y yo…- enrojeció sólo de recordar que la creían su esposa.

-¿Te molesta?

La ninja negó enérgicamente ¿molestarle? Si ese era el sueño de su vida, ser la señora Shinomori. Corrió hasta él para besarle la mejilla dándole las gracias por el regalo. Bien, eso le había salido bien, ahora la invitaría a comer. La llevaría al Shirobeko, entonces cayó en la cuenta, allí trabajaba Sae ¿sería una buena idea? Allí se comía bien, que más daba. Contrariamente a lo que habían pensado les dejaron comer tranquilos sin interrupciones ni preguntas incomodas, eso sí, la mirada de Sae estaba clavada en ellos y no de una manera discreta. La tranquilidad se les acabó con una entrega especial de té, lo único que podían hacer era huir.

-Sae-san- la aludida miró al ninja- ¿podría pedirle algo?

-“Ahora me pedirá que no se lo cuente a nadie, que salen en secreto jijiji”- les lanzó una mirada cómplice- Claro, claro jujuju.

-Perfecto, llévenos esto al Aoiya- se levantó cogiendo a Misao de la mano al tiempo que le entregaba la caja del kimono- adiós…

Dos ninjas huyendo de una mesonera ¿podía haber algo más ridículo? Atravesaron toda el área comercial corriendo de la mano. Sin darse cuenta la arrastró hasta el bosque, llevaban un buen rato corriendo y así hubieran seguido si Misao no hubiera tropezado con sus geta, la tuvo que pescar al vuelo antes de que se estrellara contra el suelo.

-¡Un descanso por favor!- la muchacha respiraba con dificultad- es mu-muy difícil seguirle el ritmo c-con una yukata y las geta…

-Perdona, lo había olvidado.

-Ah… “Encima que ha sido idea suya… Aoshi-sama, es un desastre”- sonrió tímidamente- No importa, descansemos ¿si?

Se sentaron bajo un árbol a la orilla del riachuelo, un lugar tranquilo ideal para una cita romántica, podrían haber hablado de un millón de cosas pero se quedaron en silencio con sus manos aún unidas, la muchachita dejó reposar su cabeza sobre el hombro del ninja, se había quedado dormida y él, se había perdido en la imagen de su protegida. Cuando el sol empezó a esconderse la despertó, había que volver a casa. Pero el destino del ninja aún le guardaba un último golpe, una piedra traicionera le hizo tropezar ambos acabaron en el agua completamente empapados, la comadreja no pudo evitar echarse a reír, habían sido muy torpes para ser ninjas, un fallo imperdonable pero muy cómico teniendo en cuenta que el gran Aoshi Shinomori había tropezado y la había arrastrado a ella. El ex-Okashira quería que la tierra se lo tragase, había hecho el ridículo, todo le estaba saliendo al revés ¿por qué le estaban castigando de semejante manera?

-¿Qué es tan divertido?- alzó una ceja molesto.

-Disculpe… es que…- no pudo acabar presa de un nuevo ataque de risa.

El ninja bufó molesto ¿se burlaba de él? Se incorporó cogiendo a Misao en brazos para salir del agua, ya sólo le faltaba resfriarse. Su prioridad ahora era encontrar refugio, la noche empezaba a caer, recordó que había una casucha a pocos metros de allí.

-Pasaremos la noche por aquí.

-Jiya se preocupará si no volvemos…

-Okina sabe que estamos juntos. O quizás ¿es que no quieres pasar la noche conmigo?

-¿Ah? No, no, claro que no…- gesticuló enérgicamente desmintiendo esa opción.

-Está bien, volvamos al Aoiya.

-¿Eh?

¿Volver al Aoiya? Si le estaba diciendo que no es que no quisiera pasar la noche con él, además eso para ella sería como un sueño, en algún lugar de la mente de Aoshi sus palabras habían perdido el significado real. Instintivamente le tiró de la manga haciendo que girara a mirarla.

-¿Y ahora qué?- soltó enfadado.

-A-ah… no se enfade… me ha malinterpretado, yo… quiero decir que…- suspiró ¿sonaría raro decirle que quería pasar la noche con él?- que-quedémonos por aquí ¡Mire que tarde es! Seguro que ni cena nos han dejado los muy glotones y… además… ¡Ey! ¡Mire, mire! ¡Un pájaro! Y-y… ¡una florecilla! Y…

La ninja trató de salir del paso volviéndole loco o algo así ¿pájaros, flores? La miró divertido, era tan graciosa cuando se desesperaba por arreglar los malentendidos sacando miles de cosas tontas, una reacción muy de Misao, desviar la atención.

-Misao, hay una cabaña cerca.

-¡Anda! Pues allí vamos ¿no?- sonrió nerviosa.

Recorrieron de la mano la corta distancia que les separaba de la cabaña en ruinas. Pertenecía al Oniwabanshu por lo que había algunas cosas algunas mantas, utensilios para cocinar, libros… estarían cómodos a pesar de todo.

Continuará

Escrito el 13 de enero de 2009

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