miércoles, 20 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 15.- Proteger lo que importa



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 15.- Proteger lo que importa

La tercera tetera estaba sobre la mesa, habían pasado cuatro largas horas desde que iniciaran su charla, más que una conversación era un interrogatorio, aunque la mayoría de preguntas quedaban sin respuesta.

-No comprendo a donde quieres llegar Okina.

-Es muy simple- suspiró el anciano- ¿Qué no entiendes?

-¿Me estás diciendo que la pueden usar para llegar hasta mi?

-No… pero eso también es cierto. Lo que trato de decirte es que está en medio y será el blanco de todo lo que venga.

-Eso no pasará.

-¿Ah no?

-No.

-¿Y por qué no? ¿Piensas protegerla?

-Claro que la pretejeré.

-¿Ah si? ¿Y por qué?- el anciano quería un respuesta más personal que las que le estaba dando- ¿qué hace que quieras protegerla?

-…- se sirvió una nueva taza de té- ella es lo único importante.

-¿Y qué la hace importante?

-¿Necesitas que te lo diga?

-Sí, eso estaría bien.

-Para que decir algo que ya sabes, es una perdida de tiempo ¿Qué hay de ti, Okina? ¿No piensas protegerla?

-Me ofendes… esa jovencita hiperactiva, despreocupada, con su linda cabecita llena de pájaros y tonterías es mi vida, moriría por ella.

-Pues entonces deja de preguntarme cosas sin sentido y ve al grano.

-Mi atolondrada nietecita está en medio de algo muy, muy feo, claro que ella no lo sabe ni debe saberlo- hundió su rostro entre sus manos lleno de tristeza- hay una terrible lucha de poder en la sombra y temo por su vida.

-Dame detalles, eso no me sirve de nada.

-No sé más… pero estoy en ello- sus ojos se inundaron- está pasando de nuevo…

-¿De nuevo?

-Se acabó por hoy, no… puedo seguir.

Okina se levantó y salió gimoteando lastimosamente, Aoshi se quedó paralizado ¿estaba pasando de nuevo? ¿Pero el qué? Aquello se escapaba de lo que sabía, pero no iba a dejar que nadie se atreviera a poner un dedo encima a su Misao aunque le costara la vida. Recogió la tetera y las tazas para seguir los pasos del anciano, por la mañana le interrogaría, necesitaba toda la información posible.

Sin embargo sus planes se truncaron de buena mañana el anciano se había marchado a algún lugar indeterminado, horas después se marchó Misao, querría haberle acompañado pero ella se negó y la seriedad de su mirada hizo que no insistiera. Al parecer era el día de descanso del Aoiya por que el restaurante estaba cerrado y sólo se preparaba comida para los residentes del lugar y los siete clientes del hostal.

-Aoshi-kun ¿podemos hablar?

-¿Qué quieres?

-Quiero que hablemos en privado a ser posible- el ninja la miró con desconfianza pero finalmente asintió- vayamos a mi habitación.

La siguió en silencio hasta la planta superior, ocupaba la habitación junto a las escaleras en el lado contrario a donde dormían Misao y él, no se había preocupado en ningún momento de donde dormía esa mujer, parecía ser que le resultaba más indiferente de lo que pensaba. Se acomodaron en el interior, Rin mantenía la vista baja y él esperaba a que a la mujer le diera por hablar.

-¿Y bien?

-Verás… sé que sigues sin acordarte de mi pero… oye tengo treinta años, quiero casarme de una vez. Creí que habías muerto, había perdido toda la esperanza y…

-No tengo intención de casarme contigo.

-¡Pero estamos prometidos!

-Pues ya no lo estamos.

-No puedes hablar en serio, es todo por la mocosa ¿verdad? No ha tenido suficiente con quitarte el titulo de Okashira que encima pretende separarnos… maldita niña, te ha llenado la cabeza de mentiras- apretó los puños con rabia- se ha atrevido a aprovecharse de que no recuerdas nada para engañarte ¡es una…!

-Cállate, no sabes de que hablas.

-¡Si lo sé! Las personas como ella que parece que no hayan roto un plato en su vida son las peores. A mi me traicionó una mujer igual que ella.

-…

-Sólo quiere aprovecharse de ti.

Tenía intención de levantarse y marcharse, pero se lo pensó mejor, seguro que podría sacar algo en claro de aquello. Se suponía que al Okashira había que mostrarle respeto y Rin hacía de todo menos eso.

-De acuerdo, te escucho.

-Ahora que ella es la Okashira puede obligarte a hacer cualquier cosa que quiera. Tu tienes algo que el resto de Onis no tenemos- hizo una pequeña pausa- tienes una gran reputación y la mayoría de las divisiones seguirán siendo fieles a ti pase lo que pase, si te ata a su lado tendrá poder sobre todo el Oniwabanshu, por si sola no puede llegar a nada, no cuenta con el apoyo suficiente. Quiere aprovecharlo ¿lo entiendes ahora?

-Entiendo.

Le seguiría el juego durante un tiempo, pero tendría que explicárselo a Okina y puede que a Misao también, lo que menos quería era abrir una ridícula guerra interna. Se levantó al oír unos pasos por la escalera, salió con su habitual sigilo seguido de Rin, aprovechó que el ninja tenía la guardia baja para volver a intentar seducirle. Le empujó contra la pared y le besó apasionadamente.

El sonido de algo impactando contra el suelo hizo reaccionar a Aoshi, Misao les miraba sorprendida, se agachó velozmente y recogió el libro que había en el suelo.

-Jejeje perdón, que torpe soy.

Entró corriendo a su habitación para salir igual de rápido, Rin sonrió satisfecha y Aoshi quiso seguirla pero al llegar abajo no logró encontrarla.

La comadreja corría por el bosque a toda velocidad con un destino claro, la cabaña del bosque de bambú. En la entrada estaba sentado Okina y Misao al verlo se lanzó en sus brazos.

-¡Misao! ¿Qué pasa?

-Nada… no me preguntes- se acurrucó para echarse a llorar.

-Ya, ya mi pequeña- la meció dulcemente- todo irá bien… yo cuidaré de ti.

-Abuelo… gracias.

Pasaron horas hasta que se calmó, la tensión de los últimos días empezaba a pasarle factura, ella no era de lágrima fácil y últimamente no paraba de llorar y de deprimirse. Al menos con Okina no tenía que fingir, podía llorar todo lo que quisiera sin recibir preguntas molestas ni reproches por mostrar debilidad, podía ser una chica normal y corriente.

-Volvamos a casa, ya estoy bien.

-Espero que se disculpe como debe o le castigaré jajajajaja.

-Jiya…- negó con la cabeza, su abuelo no tenía remedio- no saques conclusiones precipitadas ¡majadero!

-Jajajaja ¡A qué no me pillas!- echó a correr como un jovenzuelo.

-¡Ah! ¡No seas crío viejo chalado!

Corrieron como un par de críos hacia su hogar, como si no hubiera nada de lo que preocuparse en el mundo entero. Nada más llegar al Aoiya la Okashira buscó a Aoshi para hacer aquello que tenía pensado antes de salir corriendo, él estaba en su habitación con su diario de Okashira y cara de estar a punto de volverse loco, llamó al shoji a pesar de estar abierto.

-Ah Misao, pasa.

-Tenga- le entregó un libro con el nombre “Shinomori” escrito en el lomo- he pensado que le gustaría saber cosas sobre su familia, he ido a buscarlo esta mañana- el ninja puso cara de “¡socorro, más simbolitos no!” y ella se echó a reír por esa expresión tan curiosa en él- no se preocupe está escrito normal, son archivos secretos, normalmente hay que solicitárselos al consejo, pero si usted no se lo cuenta a nadie entonces no hay problema.

-Misao… gracias.

-¡No hay nada que agradecer!- alzó los brazos triunfante- sólo guárdeme el secreto.

-Lo de antes… no era lo que parecía, verás…

-No tiene que darme explicaciones- rebuscó en su obi para extraer un tantô- tenga, sé que Jiya no quiere que lleve armas pero si alguien le atacara necesitaría algo con que defenderse.

-¿Dónde está Okina?

-Está en el despacho de la planta inferior.

-Gracias.

Besó la frente de la Okashira antes de salir en busca del anciano, era el momento de poner las cartas sobre la mesa para bien o para mal, con suerte el viejo le echaría una mano con su plan. La puerta estaba abierta y el anciano tirado en mitad del despacho como un alma en pena. No se molestó en llamar, simplemente entró y cerró la puerta.

-¿Te importa que hablemos?

-No es un buen momento.

-Hace unos días le pedí a Saito que investigase a Rin- Okina se puso en pie de un salto completamente atento- algo no me gusta.

-¿Qué ha encontrado?

-Nada concreto, aunque me dijo que todo llevaba a Misao y que no dejara que la matasen a ella también.

-Entonces mis sospechas son ciertas…

-Cuéntamelo de una maldita vez.

-Preferiría que lo recordases, esto no es bueno para tu recuperación- el ninja golpeó la mesa con rabia- está bien… hace ahora diecisiete años…

Misao se reunió con sus amigos de Tokyo para distraerse, ya no quedaba mucho para que se marchasen y quería pasar el máximo de tiempo posible con ellos, los iba a echar tanto de menos…

El tiempo pasó volando, llegó la hora de cenar, todos se reunieron en la mesa entre risas, “peleas”, bromas y otras muestras de afecto, todos menos uno, Aoshi no se presentó aunque nadie pareció echarle en falta hasta que Misao preguntó por él, el anciano liquidó rápido el tema diciendo que no se encontraba demasiado bien y se había acostado, una verdad a medias.

Mientras todos cenaban y se divertían el ex-Okashira estaba en su cuarto, lo que le había contado Okina le había helado la sangre, no podía sentirse peor. A pesar de su espanto cayó presa de un profundo sueño, más que un sueño era una pesadilla.

SUEÑO

Los cinco Onis corrían desesperados por la montaña en busca de una pista sobre el paradero de la más pequeña. Durante el ataque al Aoiya habían aprovechado para llevársela y desgraciadamente nadie pudo evitarlo. El secuestro era una trampa eran conscientes de ello.

-Aoshi-san ¡allí!- el Okashira miró al lugar indicado por Shikijo- ¡Hay humo!

-Tiene que ser allí…

Aoshi corrió al máximo de sus posibilidades dejando al resto atrás a penas podían seguirle el ritmo.

A cada segundo que pasaba y la distancia se acortaba sentía su corazón latir cada vez más rápido.

-“Tienes que estar bien, Misao…”

La puerta… la tenía justo delante, no había tiempo para comprobar la situación… la inconfundible voz de su protegida se dejó oír convertida en un desgarrador grito de dolor.

Se aventuró al interior del lugar uno, dos, tres… veinticuatro, veinticinco, veintiséis, veintisiete… cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos… cien, ciento uno, ciento dos… perdió la cuenta de los hombres que mató hasta llegar a las celdas, oía con total claridad los sollozos de la pequeña y las voces de cuatro hombres amenazándola.

-¡Mocosa del demonio! ¡Contéstame!- gritó el primer hombre.

-¡No!- gritó ella, acto seguido un fuerte golpe- ¡AY!

-Si no me contestas haré algo más que torturarte- amenazó el segundo.

-Jajaja ¿Cuánto tiempo más aguantarás, muñequita? Ya llevamos una hora así- habló el tercero.

-¡Idiotas! ¡No voy a deciros nada! ¡Sois muy feos!

-Cortadle un dedo. Cada vez que te niegues cortaremos una parte de ti, cuando se te acaben los dedos te cortaré las manos, después los pies, los brazos, las piernas… después te destriparé mientras luchas por continuar res…

Los tres hombres giraron para ver con horror el motivo por el que su compañero había enmudecido, el filo de una espada atravesando su garganta, estaba muerto. El cadáver cayó al suelo dejando ver al ninja de hielo sonriendo siniestramente.

-Todos vosotros. Estáis muertos.

No tuvieron tiempo ni a darse cuenta de lo que ocurría, las letales kodachi acabaron fulminantemente con sus vidas.

Suavizando su expresión se acercó hasta Misao que estaba atada a una columna con su pequeña espalda llena de profundos cortes, gruñó ante aquella visión, se arrodilló y cortó las cuerdas con cuidado de no hacerle más daño, sus ataduras habían dejado su blanca piel marcada.

-Aoshi-sama…- miró al Okashira con los ojos llenos de lágrimas- si alguna vez se hace un corte… que no le caiga agua muy caliente ni sal… por que duele mucho.

-…

Alzó una ceja ¿qué tenía esa niña en la cabeza? ¿Es qué ni siquiera se había asustado? Se quitó la chaqueta y la cubrió con ella.

-No les he dicho nada ¿lo he hecho bien?

-Tonta…

-Sabía que vendría a buscarme.

-¡Jefe! ¡Misao!

Los Onis llegaron hasta ellos, aunque su presencia ya no era necesaria, cuando se trataba de la pequeña Aoshi perdía totalmente la cabeza.

-¿Estás bien, enana?

Como respuesta a la pregunta de Beshimi la niña sonrió para después abrazarse a Aoshi.

FIN DEL SUEÑO

Abrió sus ojos azules, aún era de noche, sus sentidos le avisaron de que no estaba solo en aquella habitación.

-Soy yo Aoshi-sama, siento haberle asustado.

-¿Qué haces aquí?- la observó vestida con su pequeña yukata- ¿Te pasa algo?

-No, no, estoy perfectamente, es que como no ha bajado a cenar nada pues… le traía una nota para que supiera que le he guardado algo de comer jejeje, pero ya no la necesita.

-Gracias.

Se levantó ágilmente del futón para detenerse frente a Misao, puso sus manos sobre los hombros de la chica, cerró los ojos ganándose una de sus curiosas miradas. Respiró hondo y bajó bruscamente la tela de la yukata hasta su cintura, entonces la pegó contra su cuerpo.

-¿Qué-qué está haciendo?- enrojeció al instante.

-Fue… ¿culpa mía?- deslizó sus dedos por las marcadas cicatrices de la espalda de Misao- lo siento.

-¿Eh? No… no fue culpa suya.

-Llegué tarde.

-Pero no fue culpa suya. Me capturaron para saber dónde estaba la biblioteca de mi abuelo.

-¿Una biblioteca?

-No puedo hablar de eso.

La pobre comadreja estaba al borde del colapso, toda la sangre de su cuerpo estaba concentrada en su cara, como a alguien se le ocurriera entrar iba a pensar muy mal. Las manos de Aoshi subieron lentamente la yukata hasta dejarla como antes.

-Yo cuidaré de ti, no dejaré que te hagan daño.

-Lo sé, usted siempre cuida de mi, gracias.

Tras darle las gracias al estilo Misao, hizo lo que su cuerpo le pedía, salir corriendo a su habitación y dejarse caer al suelo muerta de la vergüenza, eso de actuar como una adulta era muy complicado y más cuando Aoshi se comportaba de un modo tan poco cortés, mira que medio desnudarla como quien te saluda de buena mañana…

Continuará

Escrito el 10 de febrero de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario