lunes, 11 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 08.- Visitas



Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 8.- Visitas

El radiante amanecer teñía el mundo con su luz carmesí, ese iba a ser un día muy especial para la Okashira. Por primera vez en la última semana era la primera en levantarse y es que a pesar de que seguía un tanto incómoda cuando se quedaba a solas con Aoshi, ese día llegaban sus amigos de Tokyo y con ello podría desahogarse contándoselo todo a Kaoru.

El primer tren de la mañana llegaba a las 7, aún le quedaba una hora que aprovecharía para pasear un rato y abstraerse de todo o… quizás no… el ex-Okashira que la había escuchado levantarse se plantó en mitad de su camino, a pesar de comprenderla estaba cansado de que le evitara.

-Buenos días, Aoshi-sama- la chica pasó por su lado dispuesta a continuar su camino sin detenerse.

-Te acompañaré a la estación.

Ese maldito tono de voz, no era una propuesta, era una orden, iba a ir aunque ella llorara y pataleara como un bebé, no había lugar para replicas… ¡como odiaba que hiciera eso!

-Mph… puedo ir yo sola.

-Lo sé, no me gusta que me evites.

¡Señoras y señores! Al señorito no le gustaba que le evitara cosa bastante irónica teniendo en cuenta que él se había pasado cuatro años evitándola y no de una manera muy agradable, aunque él no le daba esquinazo, simplemente la ignoraba. Podía aguantar que la ignorara, que fuera dulce y al segundo siguiente volviera a ser más frío que el hielo, que se ocultara tras una mascara incluso frente a ella, que a penas le hablara aunque fuera por algo importante, pero no podía con ese estúpido reclamo. Por primera vez en su vida estaba enfadada con él, un síntoma del fin del mundo, sin duda. Vale, era una ridiculez, pero le había dolido.

-No le evito, he tenido mucho trabajo. Soy el Okashira del Oniwabanshu, tengo una infinidad de papeleo por revisar, papeleo que he dejado de lado por atenderle a usted.

La muchacha echó a andar apresurándose a salir a la calle, no tenía ganas de que su discusión despertara a sus compañeros y a los clientes del hostal. Aoshi que en un principio se había quedado anonadado por ese reclamo en mitad del pasillo corrió tras los pasos de la pequeña fierecilla que acababa de dejarle sin palabras.

-¿Por qué estás enfadada?

Silencio, esa fue la respuesta de la comadreja, cualquiera que les viera pensaría que se habían intercambiado los papeles, Aoshi siguiéndola y haciéndole un sin fin de preguntas y ella caminando en silencio con una actitud fría y distante. Que insistencia, nunca en la vida le había oído hablar tanto y si no estuviera tan enfadada estaría aprovechando la oportunidad de hablar distendidamente con él.

-¿No piensas decir nada?- la chica le miró fríamente- está bien… no digas nada.

-¿Por qué hace esto?- maldición acababa de caer en el truco de la psicología inversa- ¡Rayos!

-Eres más inocente de lo que pensaba.

Le hubiera dado una patada voladora de no ser por la piedra que apareció de la nada consiguiendo que cayera al suelo de una forma muy poco femenina y aún menos elegante.

-¿¡Quién ha sido el idiota que ha tirado la estúpida piedra!?

-Uy, uy que buen humor de buena mañana, comadreja- esa maldita voz socarrona- ¿Qué le has hecho a la novia, Shinomori?

-SA-I-TOOOOOOOOOOO- la muchacha echaba chispas- ¿Qué leches quieres maldito policía del demonio?

-Quiero muchas cosas, pero ninguna que tú puedas ofrecerme, al menos por el momento. Pareces un trapo sucio tirada en el suelo de cualquier manera- un kunai pasó rozando su rostro- eso es peligroso, niña.

-¡Piérdete! No estoy de humor para tus gilipolleces.

-Cubo de hielo, tienes que enseñarle educación a tu pequeña salvaje, vaya vocabulario se gasta, habla peor que yo.

El ninja le miró sin decir una sola palabra, levantó a Misao del suelo y siguió andando, una actitud muy Aoshi. La chica aprovecho que el ex-Okashira se había confundido de camino y que Saito estaba pendiente de este para escapar sin ser descubierta, definitivamente eso de huir se estaba convirtiendo en una costumbre.

-¡Juju! Es rápida. Hiko me informó de tu visita, me alegro de que hayas aceptado.

-¿Ya has encontrado algo?

-Aún no hay mucho, investigar a un ninja es complicado, teniendo en cuenta que sois sombras- Aoshi se dispuso a marcharse- Shinomori, todo lo que he encontrado lleva al mismo sitio- esas palabras llamaron la completa atención del ninja- llevan a Misao, vigílala, no dejes que a ella también la maten.

-“¿A ella… también?…”- como si estuviera dispuesto a dejar que algo así ocurriera- No tienes que decírmelo.

-Sí, sí tengo, si fueras el Shinomori de siempre no me preocuparía lo más mínimo, pero no estás en tu mejor momento y la chiquilla es demasiado confiada, fíjate, si hasta se fía de mi.

-¿Por qué te preocupas por ella?

-Me gusta como cocina- sonrió maliciosamente- Dile a Battosai que venga a verme a la comisaría.

Aoshi observó al hombre alejarse en la dirección opuesta ¿Qué se preocupaba por que cocinaba bien? ¿Qué clase de motivo era ese? Había algo más no tenía ninguna duda al respecto. Ahora sólo le quedaba algo por hacer, encontrar la dichosa estación de tren. Su única pista era la calle por donde había escapado Misao y hacía allí fue. No tenía la esperanza de encontrarla sin embargo, allí estaba, sentada en una caja de madera a unos cuantos metros, recorrió la distancia que les separaba.

-Pensaba que te habrías ido.

-Ese era el plan… pero no quiero que se pierda.

-Sé volver al Aoiya.

-Pero no lo hubiera hecho. El tren llegará en quince minutos.

El ninja suspiró definitivamente no tenía la más mínima intención de hablar con él y eso le molestaba, era la única persona con la que se sentía realmente cómodo y aunque por ahora ella hubiera ganado la batalla no le dejaría ganar la guerra aunque tuviera que secuestrarla. Por el momento cedería ya encontraría la manera de abordarla.

Caminaron en silencio hasta la estación, los andenes estaban atestados de personas que esperaban con ansias a sus amigos y familiares que viajaban en el tren, en cuanto entrara el convoy aquello se convertiría en un autentico caos, donde encontrar a alguien que no recuerdas se iba a convertir en una misión imposible, su instinto le hizo colocarse todo lo cerca que le fue posible de Misao, tanta gente le molestaba tenía ganas de molerlos a palos a todos y cada uno de ellos ¿no sabían esperar en silencio? Veía en todos una amenaza y no tenía ningún arma para defenderles.

-¿Se encuentra bien?- Misao se preocupó al sentir a Aoshi completamente pegado a su espalda- ¿Ocurre algo?

-No es nada…- su mirada se tornó fría y distante.

-No tiene nada de que preocuparse, los únicos que tienen armas son los policías, el resto son gente de la ciudad los conozco a casi todos, no son ninguna amenaza y en caso de que lo fueran…- rebuscó entre su ropa- tenemos esto- le mostró sus kunai y la empuñadura de un tantô- nunca salgo de casa sin mis armas como me dijo… Hannya…

La comadreja suspiró ya había vuelto a caer, aunque su ninja necesitaba que le tranquilizaran si seguía así sería peligroso, al fin y al cabo continuaba siendo un guerrero.

El silbato del tren resonó por toda la estación y con ello la gente empezó a arremolinarse cerca de la vía. El ferrocarril se detuvo y los que habían llegado a su destino se apearon de él. El ninja miraba a toda aquella gente, no tenía ni idea de cómo eran esos amigos de Tokyo, notó a la chica alejarse de él la siguió con la mirada. Bufó con desgana para después seguir sus pasos, eran demasiados para su gusto, se le estaba poniendo todo en contra o esa sensación tenía. Misao tenía a un niñito en brazos, era clavado al que portaba una katana, su cabello rojo y sus ojos violetas. Todas las miradas se clavaron en él como si fuera una atracción de feria… alzó una ceja molesto.

-Aoshi, me alegro de verte- Kenshin tomó la iniciativa de romper el silencio.

-Pues yo le veo igual que siempre…- comentó el pequeño Yahiko.

-Podría haberse vuelto más sociable ¿no? Sigue siendo de lo más soso- añadió Sanosuke.

-¡Eh! ¿¡Quién es el soso!?- la comadreja pateó a ambos.

El bullicio de la gente abandonando la estación, los empujones de la multitud, la conversación de sus amigos… No podía evitar sentirse amenazado y encima tenía un tremendo dolor de cabeza, llevó una de sus manos a su sien para masajearla, las voces de sus “amigos” se habían vuelto confusas como si hablaran en un idioma incomprensible… no pudo continuar bloqueando a su instinto, velozmente cogió uno de los kunai que Misao llevaba ocultos en el obi y lo alzó frente a todos ellos.

-¡Joder! Al cubo de hielo se le ha ido la olla- Sanosuke se puso en guardia al igual que el resto.

El pequeño Kenji se acurrucó gimoteando en los brazos de la ninja. Tenía que detener a su tutor antes de que alguien acabara herido, entregó el pequeño a su mamá y se puso frente al ex-Okashira ejerciendo de escudo humano para los demás.

-Déme el kunai- el ninja la miró indiferente- démelo.

La jovencita empezaba a ponerse nerviosa, él no parecía reaccionar a nada como si su cabeza estuviera en algún lugar muy, muy lejano. Por suerte para ellos ya no quedaba nadie allí por lo que el peligro de herir a alguien era prácticamente nulo. Emitió un leve gruñido disgustada por tener que usar sus armas contra ese hombre, sacó un kunai haciendo chocar contra el que él tenía como si fueran dos espadas cruzadas. Ante esa acción el ninja reaccionó presionando el filo del kunai contra el cuello de la Okashira. Todos se prepararon para proteger a su amiga de ser necesario.

-¿Es que piensa matarme, Aoshi-sama?

El ninja abrió al máximo sus ojos frente a la cruel realidad, estaba amenazando a esa chica que tanto se preocupaba por él.

-Déme el kunai, es una orden- la muchacha extendió la mano mirándole fijamente.

-Misao…

¡Kami! ¿Qué demonios había hecho? El kunai cayó de sus manos al suelo clavándose junto a uno de los pies de la chica. El Kenshin gumi estaba completamente sorprendido no sólo por la reacción violenta de Aoshi si no que también lo estaba por el modo en que su amiga se había impuesto frente al ex-Okashira. La situación no parecía estar muy bien. La Okashira suspiró tendría que haberse dado cuenta antes del estado en que se encontraba y haber previsto ese posible ataque.

-Veo que sigues estando en buena forma, Aoshi- el pelirrojo trató de aliviar la tensión que los rodeaba.

Pero él ya no estaba para atender a nada ni nadie, la cabeza le estaba matando y su actuación se estaba convirtiendo en una tortura para su consciencia. Se dio media vuelta y se alejó de aquel lugar con aparente calma.

-¿Estará bien?

-No os preocupéis…

-Misao-chan- Kaoru la abrazó y Kenji hizo lo mismo que su mamá.

-Estoy bien, no te preocupes por mí. Sé que nunca me haría daño… si vuelve a descontrolarse volveré a ponerme en medio, no os hará daño, no se lo permitiría.

-¡Bah! Nunca entenderé que rayos le ves a ese tipo tan estirado, comadreja- dijo Sanosuke aún dolorido por la patada- Si te trocea con sus kodachi te lo tendrás bien merecido por tontaina.

-¿Tu no estaba muy mareado?- Megumi estiró de la oreja al chico- sólo estás mal para lo que te interesa, a ver si maduras de una vez.

-¿¡Qué dices kitsune!?

-¡ORO!- como siempre Kenshin acabó haciendo de escudo humano.

-Tae-san…- la comadreja ignoró la pelea- supongo que querrá ir al Shirobeko ¿me equivoco?

-Tsubame-chan y yo nos quedaremos con mi hermana, te agradecería que nos acompañaras.

-¡No hay problema!- alzó un dedo triunfante- tenemos que pasar por delante. ¡Vamos! ¡Moved el culo!

Y así con una comadreja rebosante de energía, el Kenshin gumi al completo inició su marcha armando tanto escándalo que parecía que había una guerra en mitad de la calle. La primera parada del tour “DISFRUTA DE KYOTO CON MISAO MAKIMACHI” les llevó hasta una pequeña tienda de regalos donde Yahiko se empeñó en entrar, tras torturar a la pobre vendedora con los constantes regateos durante casi una hora se marcharon sin comprar absolutamente nada, una excelente inversión de tiempo, vamos. Seguidamente se dirigieron al Shirobeko, donde la Okashira trató de pasar desapercibida fallando estrepitosamente ¿resultado? Misao tratando se darle esquinazo a Sae y todos los demás persiguiéndolas por todo Kyoto, vaya energía se gastaban ambas, total que la comadreja acabó cargada de “compras para ser una autentica señorita” patrocinadas por Sae la tabernera psicópata.

Finalmente tras horas de correr arriba y abajo llegaron a su última parada, el Aoiya, donde lejos de poder relajarse les esperaba una fiesta de bienvenida made in Okina, o lo que es lo mismo horas y horas de jaleo, comida, sake y el descontrol más absoluto del universo.

Misao acompañó a Kaoru y Megumi a sus cuartos, necesitaba desahogarse con urgencia y que mejor que charlar con las amigas, normalmente lo hubiera hablado con Omasu u Okon, pero el hecho de estar implicado Aoshi hacía que esa opción fuera la peor del mundo.

-Chicas… ¿podríamos hablar un rato?

-¿Vas a contarnos algún cotilleo interesante?- preguntó la kitsune.

-¡Megumi!

-De hecho… es por algo que ha pasado con Aoshi-sama…

-Ahora nos dirás que te ha besado- comentó Megumi tratando de fastidiar un rato a la comadreja, sin embargo…

-Pues… si…- bajo la mirada avergonzada.

-¿¡QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!?- gritaron Kaoru y Megumi al unísono.

La cara de la comadreja pasó por todos los tonos de rojo existentes mientras sus dos amigas la contemplaban incrédulas, había ocurrido un milagro, alguien le había dado opio a ese hombre, o el té estaba en mal estado, o se le había secado el cerebro de tanto pensar, o tal vez había una alineación planetaria extraña, o… ¡Oh Kami! ¿Qué le había pasado a ese hombre para hacer algo tan antiAoshi?

-Cuéntanoslo todo pero ¡ya!

-Es que veréis, Saito le metió en la cabeza que era mi novio y bueno…

-¡Bah! Sólo era eso…- Megumi se sentía decepcionada por el cotilleo.

-¡Ey! Que aún hay más, es que…- de nuevo se puso colorada- veréis… ese día nos habían atacado, en fin… me besó y yo después… tuve que salir a perseguir a un ninja de otro clan que nos espiaba, y…

-¡Basta, basta! Céntrate, así no hay quien se entere, tanto dudar y tantas pausas- le reprendió Kaoru.

-Ah… pues eso, que perseguí a un ninja y en el bosque me encontré a una mujer que…

-¿A quién le importa esa mujer? Cuéntanos lo interesante- una mirada lujuriosa asomó al rostro de la kitsune- ¿qué tal besa el hombre de hielo?

-¡Argh! ¡Basta! Si que importa esa mujer, es que resulta que es la hermana de Omasu-chan y… según ha dicho… es la…- bajó el tono de su voz hasta convertirlo en un susurro- prometida de Aoshi-sama…

-¿¡QUÉEEEEEEE!?- volvieron a decir a la vez.

-¿Por qué gritáis a la vez?- la comadreja suspiró- como sea… imagino que será verdad, aunque desearía que no fuera así…

-¿Pero tu no sabías nada? Te lo habría contado ¿no?

-Aoshi-sama es muy suyo para esas cosas… ya le conocéis, es poco hablador y como ahora no recuerda nada, pues es… demasiado complicado.

-¿Quieres que le de alguna poción de las de mi abuela?

-¡No! Bueno… a lo que iba, ya le aclaré que él era mi tutor y que Saito le había engañado…

-¡Tonta! ¡Tendrías que haberte aprovechado!

-Yo pienso igual… -Kaoru apoyó a Megumi con su conclusión.

-¿Queréis dejarme acabar? ¡Sois las peores oyentes del mundo entero!- carraspeó para continuar- veréis, el día antes de su cumpleaños le acompañé a casa de Seijuro-san y cuando volvíamos nos pilló una buena tromba de agua, tuvimos que resguardarnos en el templo y allí…

La comadreja se quedó muda y tan roja que parecía que toda la sangre de su cuerpo estaba concentrada en su rostro.

-Caímos al suelo y él me…- la tanuki y la kitsune tragaron saliva y acercaron sus caras a la de su amiga- me acarició el brazo subiendo hasta mi hombro y después el cuello… mi mejilla… y volvió a… besarme otra vez, pero joder, ni punto de comparación con la primera vez… quiero decir que… ¡Kami! ¡Fue todo pasión!

¿Pasión? Esa palabra no cuadraba mucho con la actitud del ninja de hielo, seguramente era la persona menos pasional del mundo, siempre frío y distante con todos, la pasión era puro fuego y él era… bueno, el hielo a su lado era caliente.

-¿Y él te…?- Megumi dudaba de si continuar la pregunta, el chisme era mayor de lo que esperaba en un principio- ¿Vosotros os…?

-No, no… ocurrió algo que… en fin, que no continuamos- no iba a confesar que un trueno la había asustado.

-¿Y cual es el problema? Según lo veo lo tienes todo a favor, aprovéchate y cázalo.

-No voy a aprovecharme de él, no podría mirarle a la cara cuando se recupere…- la comadreja dejó caer su cabeza- llevo desde entonces evitándole, ese es el problema… hoy me lo ha recriminado y… ya no sé que hacer, necesito vuestra ayuda.

-Claro que si, nosotras te ayudaremos ¿verdad Megumi?

-“Yo también quiero probarle”- la kitsune tenía una mirada lujuriosa-Mmmm claro, confía en nosotras.

Y así dio inicio la reunión de chicas para ayudar a la comadreja o el plan secreto de Megumi para liar al ninja de hielo.

En la parte de abajo, es decir, en el restaurante, Okina, Sanosuke y Yahiko estaban completamente borrachos berreando algo que parecía ser una canción, mientras Kenshin charlaba con el resto de Onis, Rin incluida, la verdad es que estaba preocupado por Aoshi pero sobre todo lo estaba por la comadreja, aún recordaba todo lo que le había contado sobre él desde que se conocieron, cuando le prometió llevarle de vuelta al Aoiya, lo contenta que se puso una vez hubo vuelto… en fin que seguramente era la más afectada por la situación aunque no lo aparentara.

-Okon-dono ¿cómo ven a Misao-dono? Debe estar pasándolo mal.

-La verdad…- los Onis se miraron entre ellos- se lo está tomando de una manera muy madura, estamos muy sorprendidos con su actitud.

-A veces es como si no le preocupara…- continuó Kuro- hay días que no la reconozco.

-Quizás es que no le importa, a fin de cuentas no es más que el antiguo Okashira- dijo Rin.

-¡Rin-chan! Misao-chan quiere mucho a Aoshi-san, por supuesto que se preocupa- Omasu salió a la defensa de la comadreja- lo que pasa es que se hace la fuerte para no preocuparnos a los demás.

-Pero O-chan… si no hace más que evitarle, en la fiesta de su cumpleaños lo único que hizo fue darle su regalo el resto del tiempo estuvo con Shiro ¿verdad?

-Claro, porque nosotros somos los mejores de Aoiya- alzó el puño triunfante- nuestras bromas son las mejores, el dúo cómico ¡MisaShi!

A los Oni les cayó una gotita… ¿MisaShi? Que estupidez… sus bromas eran divertidas, pero no eran un dúo cómico para nada, de hecho las locuras de la comadreja eran infinitamente más divertidas que las de Shiro, pero si que eran los causantes de todos los jaleos en cada una de las fiestas, siempre acababan haciendo payasadas.

-Así que Misao-chan y tú… sois pareja ¿no?

-¿Eh? No, no, que va.

-Esto…- se estaban alejando cada vez del tema- si la veis bien, entonces me quedo más tranquilo… ¿Y Aoshi cómo lo lleva?

-Aoshi-kun está perfectamente, tiene todos los cuidados que quiere, sólo tiene que pedirme lo que desee, por algo soy su prometida.

-Trata de pasar el máximo tiempo posible con Misao, debe ser la que le resulta más familiar, desde que volvió es con la única que ha tenido relación- sus compañeros asintieron a las palabras de Kuro.

-¿No será por qué es la Okashira?- preguntó Rin.

-Nada que ver con eso, estoy seguro, dudo que Aoshi-san se la haya llegado a tomar en serio como Okashira- Shiro recibió un capón de Omasu- ¡Ouch! Es el primero en tratarla como a una niña, no la pagues conmigo.

La conversación se vio finalizada precipitadamente por la entrada en escena de la comadreja, la tanuki y la kitsune, que tras hablar largo y tendido y trazar varios planes se unieron a la fiesta.

La fiesta de bienvenida duró todo el día hasta bien entrada la noche, todos reían y se divertían, las fiestas del Aoiya eran siempre de lo más animadas y lo estaban disfrutando tanto que nadie pareció echar en falta al ex-Okashira, ni tan siquiera Rin, aunque una de ellos se preguntaba qué estaría haciendo para no haber vuelto aún y la verdad, empezaba a impacientarse, debía estar muerto de hambre y sed. Se levantó para avisar a Okina que saldría a buscarle, no era plan de preocupar a su abuelo desapareciendo de repente. La Okashira salió a buscar a Aoshi, ahora si que empezaba a preocuparse a pesar de saber con certeza donde podría encontrarle. El camino hacía el templo estaba desierto, y ella corría con todas sus fuerzas.

Misao abrió la sala de oración y sonrió al comprobar que no se había equivocado, el ex-Okashira estaba tumbado en el suelo, cerró la puerta a sus espaldas y caminó hacia él.

-Aoshi-sama.

-Vete, no te acerques a mí.

A la comadreja le entraron ganas de pegarle una paliza ¿por qué demonios tenía que ser tan orgulloso? Que manía de tragarse todas sus preocupaciones y no aceptar la ayuda de nadie…

-Al final conseguirá hacerme enfadar- se tumbó junto a él abrazándole por la espalda.

-He dicho que te vayas.

-No voy a irme… quiero ayudarle.

-No quiero matarte a ti también.

-¿Matarme? ¿También? ¿Qué quiere decir?

-Yo los maté… los maté- se llevó las manos a la cabeza- confiaban en mi y yo les maté…

La Okashira le abrazó con más fuerza, mira que recordar la muerte de Hannya y los demás justo ahora, no quería que volviera a encerrarse en el templo culpándose de la muerte de los suyos.

-No fue culpa suya…

-Merezco la muerte.

-Si Hannya le oyera decir eso le pegaría una paliza…- Aoshi era más fuerte que Hannya así que de pelear el pobre Oni enmascarado hubiera perdido estrepitosamente- o lo intentaría…- el ex-Okashira sujetó con fuerza una de sus menudas manos- Yo me alegro mucho de que esté vivo.

El ninja giró sobre si mismo quedando cara a cara con Misao, sus inexpresivos ojos azules estaban completamente enrojecidos y húmedos. Para su sorpresa Aoshi la abrazó recostando la cabeza en su pecho como si de un niño se tratara, a pesar de no emitir ningún sonido la comadreja supo que lloraba, su respiración se entrecortaba.

-Estoy muy orgullosa de usted, Aoshi-sama.

La joven le consoló en silencio acariciando su espalda, su muestra de debilidad quedaría en secreto como si ella no se hubiera percatado de nada, estaba en juego su orgullo no sólo de guerrero si no que también el de hombre. En silencio el dolor iba disminuyendo hasta que ambos cayeron presa de sueño.

En el Aoiya Okina paseaba arriba y abajo por el corredor impacientándose por la falta de noticias de su nieta, no le preocupaban los bandidos, su niña sabía cuidarse muy bien, en caso de que fueran tan estúpidos como para meterse con ella acabarían por los suelos, tampoco le preocupaba Aoshi, él nunca haría daño a Misao ni aunque perdiera el control sobre si mismo, pero le preocupaba que sufriera victima del alma atormentada de Aoshi.

-Okina, voy a salir a buscarla, estoy cansado de esperar.

-Shiro, no te impacientes- puso una mano sobre su hombro- no le pasará nada.

-¡Sois todos unos malditos inconscientes! No entiendo como podéis estar tan tranquilos- gruño con rabia.

-Misao es fuerte, sabe cuidarse, dale un voto de confianza.

-No es Misao la que me preocupa, es Aoshi, parece que ninguno de vosotros recuerde lo que te hizo- el joven apretó sus puños con fuerza- un asesino siempre será un asesino.

-¡Basta! Aoshi es un Oni y nuestro antiguo Okashira además de ser la persona en la que más confía Misao, acéptale de vuelta o márchate. Y ahora vete a tu cuarto, mañana tenemos mucho trabajo, si alguien tiene que buscarla soy yo, no hay más que hablar.

El anciano le dio la espalda dejando solo al joven, comprendía su preocupación pero esta vez dejaría que su niña hiciera las cosas como considerara mejor, y si se equivocaba ya encontraría la manera de solucionarlo sin que saliera perjudicada.

Estaban tan pendientes de Misao y Aoshi que nadie se percató de la presencia de una sombra que amenazaba la aparente paz que allí se respiraba.

Continuará

Escrito el 21 de diciembre de 2008

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