miércoles, 13 de mayo de 2009

RECORDÁNDOTE Capítulo 10.- Okashira II


Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha, yo sólo los he tomado prestados.

-Diálogos-

Pensamientos”

Capítulo 10.- Okashira II

El ex-Okashira caminaba fuera de si deseando moler a palos todo lo que se cruzara en su camino, paredes, shojis, las escaleras, sus compañeros del Aoiya, los clientes… absolutamente todo. Maldito Saito, maldito policía de mierda que quería aprovecharse de la inocencia de su jovencita, después de ponerla en peligro ¿y él que iba a hacer? Quedarse en una esquina mirando.

Subía la escalera cuando sintió un repentino vértigo, la madera pareció moverse bajo sus pies y tuvo la necesidad de apoyarse en la pared para no caer rodando escalera abajo, con gran dificultad subió los tres peldaños que restaban para llegar al corredor, apoyó su espalda contra la pared y se dejó resbalar, su respiración estaba agitada, eso ya le había ocurrido antes, la vez que se desmayó en el bosque. Su habitación estaba tras la cuarta puerta, si se tranquilizase un poco seguro que lograría llegar. Se incorporó torpemente usando la pared de apoyo, la primera puerta tras ella había un despacho, la segunda… la… tercera… habitaciones deshabitadas pero con todo el mobiliario, como si sus ocupantes fueran a volver en algún momento… al fin, la cuarta puerta…

SUEÑO

Llegaban Onis de todos los asentamientos, la noticia de la muerte de Makimachi Kazuya, el Okashira, había corrido como la pólvora, incluso antes de enviar los avisos, en vista de ello, Okina había convocado una reunión de urgencia, por todos era sabido que le habían nombrado el sucesor de Makimachi aunque no se le veía muy convencido de ello, sostenía que era mejor dar paso a las nuevas generaciones, las especulaciones de algunos apuntaban a la pequeña nieta, pero sólo tenía cinco años ¿el viejo guerrero había perdido la razón?

Todos se encontraban en la gran sala de reuniones, la pequeña también estaba presente sentada en el regazo de Aoshi mirando a todos con una mezcla de sorpresa y miedo, el ninja sabía que a la niña le daban miedo las aglomeraciones de gente por eso se había permitido romper el protocolo, le molestase a quien le molestase. Okina entró en la sala con una sonrisa triunfal, sabía que su decisión iba a crispar los nervios de más de uno, tomó asiento y después se dirigió a sus oyentes.

-Como todos sabéis Kazuya-san decidió relegar el puesto en mi tras la muerte de Kira-san y Ayame-san, lo lógico sería que Misao heredase el cargo, pero como podéis comprobar es demasiado pequeña- la niña bufó molesta, ella era mayor ya- os seré sincero, no tengo la menor intención de ser Okashira, yo soy un guerrero, no sabría llevar tanta responsabilidad, además no me interesa.

-¿Entonces que va a pasar?- gritó un ninja desde la primera fila

-Calma, calma. Propongo a la persona más capaz de todos nosotros- las miradas curiosa se clavaron en él- gozaba de la confianza del Okashira y toda su familia. Propongo a Shinomori Aoshi-san.

Los Onis estaban consternados por la decisión de Okina de renunciar al cargo a favor de Aoshi. Las voces de desacuerdo se alzaron, estaban molestos. Dejar el destino de todo el clan en manos de ese crío de sólo quince años, algunos gritaban ofendidos, otros desenfundaron sus armas a modo de protesta, una voz se alzó sobre el resto.

-¡ESTO ES UNA CONDENA! ¡NOS CONDENAS A LA MUERTE NENJI! ¡NO ES MÁS QUE UN NIÑATO ESTÚPIDO!

Okina iba a salir en defensa del joven pero alguien se le adelantó, alguien que nunca se hubiera imaginado.

-¡NO!- la pequeña Misao se puso en pie muy enfadada- Aoshi-sama lo hará muy bien.

La sala al completo se echó a reír, algunos por la ternura que les había despertado la nieta del Okashira y otros por que les pareció ridícula esa intervención de la pequeña. Aoshi tiró del bracito de la niña obligándola a sentarse en su regazo de nuevo.

-¡Sois unos tontos! Tenéis envidia por que es mejor ninja que vosotros- las lágrimas de frustración corrían por su rostro, le daba igual que se rieran de ella, pero no soportaba que dudaran de Aoshi- si… si Jiya quiere ¿por qué vosotros no? ¡Yo también quiero que sea Okashira!

-Misao.

La pequeña enmudeció al escuchar su nombre en boca de Aoshi. Okina suspiró se puso en pie cogiendo a la niña en brazos para detenerse frente a todos.

-Es mi decisión como Okashira y también la de Misao-san, Aoshi era el hombre de confianza de Makimachi-san, no hay nadie más capacitado para el puesto que él. Dadle un voto de confianza, si no cumple como es debido tomaré el cargo yo mismo.

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Okina explicaba a la niña que se marcharía con un ex-Oni, así podría llevar una vida tranquila en Tokio, la pequeña abrazaba con fuerza el gran cerezo del patio, un gesto que nadie comprendía a excepción del nuevo Okashira que la observaba desde la ventana de su despacho. Alejarla del Aoiya y del Oniwabanshu sería lo mejor para ella aunque eso implicara no volver a verla jamás.

Hannya irrumpió en la escena avisando de la llegada del hombre que se la llevaría de allí para siempre, Hata. Vio a Misao caminando cabizbaja sin su característica alegría, no quería ver como se la llevaban por eso no iba a despedirse de ella, había dejado el aviso de que nadie le molestara, se alejó de la ventana para tratar de concentrarse en sus informes. Unos toques en el papel de arroz seguidos del roce sordo del shoji.

-¿Va a dejar que se la lleven sin más?- Shikijo le miraba decepcionado- ¿merece que la alejen de las personas que quiere? Y usted… ¿podrá vivir sin volver a saber de ella? ¿Podrá vivir sin ella?

Permanecieron unos segundos en silencio hasta que Aoshi bajo la vista en ese momento Shikijo se marchó cerrando de un golpe haciéndole reaccionar, saltó por la ventana sin pensárselo dos veces, caminando con su habitual calma aparente hasta llegar a la puerta del restaurante, Nenji abrazaba a la pequeña que estaba como ausente, su rostro inexpresivo y sus bracitos cayendo a ambos lados, ella que siempre sonreía y correspondía a los abrazos y a las muestras de cariño con efusividad, era como ver a una muñeca sin vida.

Hata pegó un suave tirón del bracito de la niña obligándola a caminar, Aoshi se colocó al lado de Okina que le miró sorprendido. Quería moverse pero no podía, su cuerpo no respondía eso era ¿miedo?

La pequeña se giró para ver por última vez aquel lugar donde había sido tan feliz, a su familia adoptiva y a los cuatro hombres de confianza del Okashira… y allí sus ojos se toparon la imagen de Aoshi, entonces las lágrimas empezaron a caer sin control mientras forcejeaba para volver atrás, pero aquel hombre la sujetaba con demasiada fuerza.

-¡Aoshi-sama! ¡Aoshi-sama! ¡No quiero irme! Me portaré bien se lo prometo- estiró su manita como si quisiera coger la imagen del Okashira- ¡Aoshi-sama! Por favor…

-Suéltala- ordenó- Misao se quedará en Aoiya.

-Aoshi, muchacho, lo mejor es que se marche.

Ignoró al hombre y caminó hasta aquel que sostenía a la niña empujándole para que la soltara. Misao se abrazó con fuerza a las piernas de Aoshi llorando desconsolada hasta que la alzó abrazándola para volver dentro.

-No esperaba menos de usted, jefe- Shikijo sonrió complacido al igual que sus tres compañeros.

-Yo me encargaré de ella, será mi protegida.

-Nosotros le ayudaremos, jefe-dijo Hannya acariciando el pelo de la pequeña.

-No es un perro o un gato del que puedas desembarazarte cuando te convenga- Okina le miró seriamente- cuidar a una niña es una gran responsabilidad, mayor que la de ser Okashira, aún estás a tiempo de entregársela a Hata y que sea feliz como una niña normal.

-…- la pequeña le miró con ojos suplicantes- no hay más que hablar.

El Okashira volvió adentro con una sonrisa triunfal en sus labios y la pequeña acurrucada entre sus brazos aún llorando pero mucho más calmada. Había sentido miedo al pensar detenidamente que nunca más podría saber nada de ella ni si estaba bien, ni que sería de su vida, tampoco se enteraría si algo malo le ocurriese. La protegería con su propia vida si fuese necesario, era lo más parecido a una familia que tenía.

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Aoshi escribía en su diario de Okashira sentado en su despacho, de vez en cuando miraba a Misao que estaba sentada en un taburete con cara de fastidio, a veces suspiraba pero no decía ni una sola palabra.

-¿Qué pasa?

-Nada- jugueteó con sus deditos suspirando de nuevo.

Volvió a centrarse en su diario, la oyó moverse y tratar de ahogar un sollozo, dejó el pincel en la mesa y caminó hasta ella arrodillándose para quedar a su altura.

-¿Por qué lloras?- le secó las lágrimas con su mano- ¿Te han hecho algo?

-¿U-usted me… me quiere?

-Claro ¿a que viene eso?

-¿Entonces no soy un estorbo y no me odia?

-¿Quién te ha dicho eso?

-Una kunoichi del Oni…- Aoshi sujetó a la pequeña con fuerza por los hombros.

-¿Vive aquí?- la niña negó- ¿la habías visto antes?- volvió a negar- idiota… te he dicho miles de veces que no hables con gente que no conozcas aunque lleven nuestro uniforme.

-¡Ay! Me hace daño.

Soltó sus hombros, sin darse cuenta la estaba sujetando con demasiada fuerza, sujetó su carita entre sus manos besando su frente.

-Misao… hay personas con malas intenciones a las que no les importaría hacerte daño para eliminarnos a todos- la niña le miró- hazme caso, no confíes en nadie a quien no conozcas, aunque lleve nuestro uniforme, aunque te diga que son del Oniwabanshu.

-¿Le harían daño a usted?

-Si te hicieran algo a ti, sí.

-Le quiero mucho Aoshi-sama- se echó a llorar.

-Y yo a ti, enana…

FIN DEL SUEÑO

Abrió los ojos pesadamente, estaba en su habitación, había conseguido llegar hasta allí aunque no sabía muy bien como.

-¡Se ha despertado!

La comadreja, aún enfundada en el furisode negro, estaba sentada a su lado con la otra mujer del Kenshin gumi. Ya no tenía ninguna duda, Misao era la niña que recordaba, su pequeña protegida aunque no la sintiera así.

-Ya te he dicho que no era nada, eres una exagerada Misao-chan.

-¡Eres cruel Megumi-chan!- hizo pucheros, la kitsune le dio una palmada en la frente.

-Deja de comportarte como una cría ¿dónde ha quedado esa madurez que demostraste ayer?

Aoshi observó la absurda pelea de las dos mujeres y alzó una ceja, en ese momento no sabía cual de las dos era más infantil si Misao con el puchero o Megumi con el tono burlón que usaba, suspiró, ambas mujeres se giraron a mirarle como si hubiera hecho algo del otro mundo.

-A ver si vas a tener razón…

-¿Ah?

-Acaba de suspirar ¿no lo has visto?

-¿Y que?

-Nunca le había visto hacer nada parecido, debería hacerle pruebas… tal vez este enfermo…

-¡No digas estupideces!

-Misao- ambas mujeres volvieron a mirarle- necesito que hablemos.

-Te dejo solita, bonita, después ya sabes lo que te toca ¿eh?- la kitsune lanzó una mirada lujuriosa a la ninja- te estaremos esperando.

-Ah… ¡Megumi!

La doctora desapareció riendo deseosa de saber cosas de esa conversación que prometía ser tan interesante. La comadreja murmuró algo completamente incomprensible decorado con una gran variedad de palabrotas que el cubo de hielo no había oído en su vida.

-Misao.

-Perdón, el lobo pulgoso me ha desquiciado los nervios- se acomodó de nuevo recuperando la compostura- dígame.

-Háblame del cargo de Okashira y del Oniwabanshu.

-Espere un momento, le traeré uno de sus diarios de Okashira- la chica se puso en pie pero se detuvo en la puerta- aunque… tal vez no sepa leerlo… no había pensado en eso…

-¿Por qué lo dices? Me acuerdo de cómo se lee- alzó una ceja contrariado.

-Ya, ya, es que… la escritura ninja es diferente de la tradicional, además usamos diez códigos diferentes, por eso no sé si…

-“¿Di-diez?”- la miró en silencio con su cabello largo ondulándose graciosamente- Tráelo, ya veré si sé leerlo o no.

La chica asintió y salió. El ex-Okashira se quedó pensativo, había un gran secretismo en torno al Oniwabanshu, por como miraba el anciano a Misao se había dado cuenta de que ella no sabía ni la mitad de cosas que debería, seguramente por que querían protegerla, era evidente que el Okashira era el líder, por lo que debería estar al corriente de absolutamente todo lo que ocurriera, entonces… ¿por qué le guardaban secretos?

Los delicados pasos femeninos se detuvieron frente al shoji haciendo que se deslizara suavemente, la comadreja cargaba dos libros, uno forrado con una tela blanca desgastada y algo manchada de tinta y el otro forrado de piel negra con los números 1/13/6-1/4 en el lomo escritos en tinta roja. Caminó hasta donde él estaba y se sentó desnudando ligeramente sus piernas para estar más cómoda.

-Mire he encontrado esto- le mostró el libro blanco- es el cuaderno con el que Hannya y usted me enseñaron los códigos, he pensado que si no puede leerlo esto le ayudaría, y este…- le mostró el negro- es su primer diario de Okashira.

-¿Qué significan los números?

-El primer digito es el volumen, 1 por que es el primero; el segundo equivale al número de tomos totales, por lo que es el primer tomo de un total de 13, se deja el espacio en blanco hasta que se completa el ciclo; el tercero y el cuarto equivalen a los códigos, en este caso el diario empieza a leerse con el sexto código y se debe acabar con el primero pasando por todos… y el último equivale a las páginas escritas en cada código, según esto el código cambia cada cuatro páginas.

Aoshi abrió el diario, las páginas estaban llenas de simbolitos que no entendía, alzó una ceja, mirar aquello mareaba de lo lindo… la muchacha rió.

-No sabe que pone- le miró interrogante- es por la cara que ha puesto, cuando tiene un libro delante siempre se queda con la mirada fija y lo lee, en cambio ahora ha levantado una ceja.

-¿De dónde surgió el Oniwabanshu?

-Al final de la Ōnin no Ran varios clanes que habían nacido durante la guerra y que por lo tanto sólo sabían luchar se aliaron para formar grupos, clanes ninja, grupos de rônin… esas cosas, ya sabe. Dos clanes que habían luchado en el mismo bando, los Shinomori y los Makimachi se aliaron y fueron reclutando a varios guerreros, así formaron un primer grupo al que llamaron Ōnin no Kyôkai, cien años después las técnicas del grupo se habían especializado en el espionaje y las técnicas ninja, en ese momento se presentó un clan ninja que había sido desplazado por el shogun, el clan Iada, con está nueva entrada se cambió el nombre del grupo a Oniwabanshu.

-Entonces el cuarto clan del que hablabas…

-Exacto, son los Iada. Verá, no queda mucha información del primer grupo, Jiya no quiere contarme nada y usted… pues no sé que es lo que sabrá, pero tampoco me contaría nada aunque lo supiera todo- hizo una pausa reordenando sus ideas, le daba rabia que no la informaran seriamente y tener que pasarse días enteros sin dormir para lograr información útil sobre sus responsabilidades y misiones- Los Iada trabajaban en la sombra por eso sólo los clanes principales conocemos su existencia.

-Sobre los Yamada ¿son de fiar?

-Eran uno de sus principales apoyos durante su época de Okashira. Supongo que la escena de antes le ha hecho dudar, pero son de total confianza, se lo aseguro.

Quería saber más al respecto pero era obvio que la chica no sabía mucho más, así que no sería muy útil continuar por ese camino, cuando le fuera posible ya interrogaría al anciano, él seguro que estaba al corriente de todo.

-¿Hasta dónde llega el cargo de Okashira?

-El Okashira es el líder, aunque eso ya se lo habrá imaginado jejeje. Es el responsable de todo, toda la información pasa por sus manos…- apretó con rabia la seda del furisode, en su caso no era así- elige las misiones que pueden ser más importantes y productivas y después asigna a los ninjas que pueden funcionar mejor para cada trabajo. También tiene funciones diplomáticas, establecer alianzas permanentes o temporales con otros clanes, con policías, incluso con gente de a pie, dependiendo de las necesidades. Aunque la función más importante es la de mantener a salvo a los subordinados y al clan.

-Mucha responsabilidad- se puso a ojear el libreto blanco.

-Tengo su ayuda y la de Jiya, aunque…- suspiró- me ocultan tantas cosas que he llegado a pasarme una semana casi sin dormir… es sumamente molesto.

-Gomen…- se acercó peligrosamente a ella.

-No tiene que disculparse, usted siempre será el autentico Okashira…

Se golpeó mentalmente por bocazas, ella sabía que aún actuaba bajo el título de Okashira, pero se hacía la loca como si no se diera cuenta, para ella nunca había dejado de serlo y solía sentirse como una estúpida al tratar de compararse con él. Se sentía alagada al saber que él personalmente revisaba su trabajo, aunque después no le comentara nada, ni si estaba bien, ni si estaba mal.

-Nunca llegaré a su nivel, no se me da muy bien, además me falta mucha experiencia y eso es un problema- sonrió tristemente.

-Yo creo que lo haces muy bien, Misao.

Puso una de sus grandes manos en la mejilla de la Okashira y besó su frente, aunque esa no había sido su intención en un principio.

-¿A quién pertenecen las habitaciones vacías de esta planta?

-Pues verá…- la pregunta le cayó como una jarra de agua helada- eran las habitaciones de sus hombres- el ninja bajó la vista- las mantuve intactas para cuando volvieran, cuando supe que habían muerto pensé en vaciarlas pero entonces usted volvió y preferí preguntarle que quería hacer… nunca me contestó, por eso continúan como si fuesen a volver. A veces entra en la de Hannya o en la de Shikijo, sé… que les echa de menos.

Aoshi miró el shoji como queriendo ver a través de él, ella interpretó la pregunta muda que escondía aquel gesto.

-La del fondo del corredor era de Shikijo, la siguiente era la de Hannya, después la mía, la suya, la de al lado era de Hyottoko y por último la de Beshimi al lado del despacho.

-Gracias.

La voz del ninja sonó dolorosamente triste, quizás debería haber esquivado la pregunta, la Okashira le abrazó como hiciera antes en el templo, tal vez eso fuera lo único que podía hacer para consolar a aquel hombre orgulloso y frío, al menos hasta que decidiera dejar a un lado su coraza de hielo.

Apenas los recordaba, aún y así pensar en ellos le dolía. Por otro lado, aquella jovencita parecía hacer magia, cada vez que la tenía entre sus brazos todo lo malo parecía perder importancia milagrosamente, incluso el dolor y la intranquilidad. Inconscientemente deslizó sus dedos por la tentadora espalda de la chica, deteniéndose antes de cometer una locura.

Mientras tanto, Rin paseaba por el camino al templo, visiblemente molesta, no le gustaba la idea de que Misao fuera Okashira, aunque había actuado de una manera ejemplar se notaba lo muy inexperta que era, además nunca se había visto que asistieran a las reuniones personas ajenas al clan, eso los llevaría a la ruina. El único digno del cargo era Aoshi, era el único preparado para ello, el mejor Oni de todos los tiempos.

-Rin- una sombra masculina caminó hasta ella- ¿tienes lo que me prometiste?

-Por supuesto, pero no olvides nuestro trato.

-Venderías a quien fuera por conseguir lo que quieres, cualquiera se fía de ti, Rin.

-¡Ja!- la kunoichi entregó unos documentos al hombre que la acompañaba- Esto es todo por el momento.

-Te espero aquí dentro de una semana, no me defraudes o tu vida se acabará.

-No me asustan tus amenazas, podría matarte sin que tuvieras tiempo para saber lo que está pasando.

El hombre rió cínicamente alejándose de la mujer que lo observaba con desprecio.

Ella sólo quería una cosa en la vida, lo único que tenía importancia para ella y eso era…

Continuará

Escrito el 3 de enero de 2009

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