viernes, 3 de enero de 2014

ABC...P.- Ai no uta

 

Meitantei Conan y todos sus personajes son propiedad de Aoyama Gosho.
もし君に一つだけ願いが叶うとしたら
今君は何を願うのそっと聞かせて
もし君がこの恋を永遠と呼べなくても
今だけは嘘をついて淡い言葉で信じさせてみて
Si pudieras cumplir un deseo
¿Cuál sería? Cuéntamelo despacio.
Aunque no puedas decir que este amor será eterno,
por ahora, miénteme con palabras vacías
trata de hacer que te crea.
~Ai no uta / Canción de amor~
Kazuha suspiró sentada en la fría escalera de piedra, se le estaba quedando el culo helado pero ese era el único sitio dónde podía sentarse. Las calles estaban abarrotadas por a la feria, la gente iba y venía, caras felices aquí y allá, conversaciones animadas entre amigos… y ella allí, sola. Lanzó un suspiro a medio camino entre amargada y frustrada ¿cómo se lo montaba para acabar siempre igual? Siempre esperando, siempre sola.
—Heiji, idiota —escapó de sus labios junto con una nubecilla de vapor.
El reloj se comía los minutos que restaban del año, torturándola, arrancándole pedazos de corazón y pisoteándolos sin piedad. El año moría junto con sus esperanzas de que él cumpliera lo que le había prometido.
"Volveré antes de que acabe el año, ya lo verás, nos encontraremos aquí mismo".
Y ella le había creído. Había creído a pies juntillas en aquella promesa, porque él nunca le había mentido, porque estar sin Heiji más de un día era como perder la mitad de su vida.
Se cerró el cuello de la chaqueta y se encogió un poco más intentando alejar el frío de su cuerpo. Afortunadamente se había puesto unos vaqueros en vez de la falda que había preparado. Miró su reloj de pulsera, quedaban quince minutos para acabar el año, ella hacía ya tres horas que estaba allí.
Pensó en su amiga Ran, en el tiempo que hacía que esperaba el regreso de Shinichi, en la fe ciega que tenía en él. Pensó en que le daba un poco de envidia porque ella no era tan paciente, para ella el tiempo pesaba como una losa cada vez más grande.
Una vez más suspiró.
Devoró lo que quedaba de la crepe de chocolate y nata, ahora tan helada como ella, que había comprado en una de las paraditas que poblaban la plaza más por hacer algo que por hambre.
De nuevo miró a las parejas que paseaban acarameladas preguntándose si Heiji y ella lo harían alguna vez así. De hecho a Kazuha le bastaba con la mitad de aquello. Dibujó una sonrisa ¿qué estaba pensando? Era una locura, Heiji jamás se prestaría a hacer aquello, no era ese tipo de persona.
El cielo nocturno pintado de gris por las nubes que amenazan con descargar su contenido sobre todas aquellas caras felices. ¿La meteoróloga había dicho algo de lluvia o nieve? No lo recordaba, pero no llevaba paraguas así que esperaba que las nubes se comportaran, ya tenía suficiente frío estando seca.
Se encendieron las luces que decoraban la plaza. Potentes cañones de luz que trataban, sin éxito, de perforar las espesas nubes negras y llegar a las estrellas.
«¿Ves las luces también, Heiji?» se preguntó observando la danza de los focos al ritmo de la música que empezaba a inundarlo todo.
El murmullo fue creciendo, los más atrevidos empezaron a moverse al ritmo de la música mientras que los más tímidos los observaban con muecas divertidas. Kazuha estaba cansada de permanecer inmóvil, sus huesos helados lanzando punzadas de protesta por las tres horas de tortura gélida.
Se planteó el mezclarse con la gente y bailar un poco para desentumecerse el cuerpo, pero lo descartó rápidamente ¿qué pintaba ella sola bailando rodeada de desconocidos? Se sentiría demasiado ridícula. Preferiría poder practicar un poco de aikido, nada como el deporte para entrar en calor y reactivarse.
Las nubes grises dejaron caer finos copos de nieve sobre la gente, sobre ella. En otras circunstancias despedir el año con nieve le habría resultado agradable.
Temblaba de frío. Miró el reloj de nuevo. A aquel año sólo le quedaban cinco minutos. Ahora la pantalla gigante proyectaba un vídeo conmemorando el fin del año y el inicio de otro. Imágenes insultantemente brillantes, de colores vivos.
Kazuha apartó la mirada de aquellas instantáneas y dibujó una sonrisa con las lágrimas inundándole los ojos. No iba a venir. Se puso en pie y se colgó el bolso al hombro sujetando con fuerza el asa. Sus articulaciones protestaron y sus dedos entumecidos le enviaron una fría sensación de acolchado.
«Hora de volver a casa.»
La súbita calidez y el aroma peculiar que invadieron su espalda la dejaron inmóvil entre los copos blancos y fríos que inundaban la noche.
—Mira que haces cosas estúpidas, idiota —siseó a su oído aquella voz tan familiar—. ¿Es que quieres congelarte?
—Y… ¿y de quién crees que es la culpa, idiota? —replicó con genio girándose para encararle al tiempo que él le colocaba su chaqueta sobre los hombros—. Dijiste que nos encontraríamos aquí mismo.
—Tonta, me refería a Osaka.
Kazuha ahogó un suspiro y lo convirtió en una mirada desafiante.
—La próxima vez sé más claro —atajó acurrucándose en la chaqueta de él—. ¿Cómo has sabido que estaba aquí?
Heiji sonrió y se caló su inseparable gorra, aquel gesto que Kazuha adoraba.
—Tengo que recordarte con quién estás hablando.
—Te lo han dicho mis padres —afirmó leyendo la respuesta en sus ojos y él no lo negó.
Por un momento se olvidó de las tres horas de espera, de los meses de ausencia y de la falta de llamadas y mensajes de aquel idiota sonriente. Por un momento sólo pensó en que estaban conectados, desde que eran unos niños, estaban unidos por un lazo invisible. Pensó en los eslabones de la cadena de las esposas (dentro de los amuletos que ella misma había hecho) que les habían obligado a permanecer juntos más tiempo de lo que habían estado dispuestos a aguantar en circunstancias normales.
El peso de la ausencia abandonó sus hombros y con ello el enfado rebrotó.
—¿Dónde has estado? ¡Ni siquiera me has llamado! —exclamó clavándole sus chispeantes ojos.
—Trabajando en un caso, ya te lo dije.
La primera campanada resonó entre los finos copos de nieve, las luces iluminándolo todo y ellos, el uno junto a la otra, con los meñiques enlazados. Unidos. Enredados en aquella relación incierta suya. Pero juntos, al fin y al cabo.
Fin


Os dejo la letra traducida:
Si pudieras cumplir un deseo / ¿Cuál sería? Cuéntamelo despacio. / Aunque no puedas decir que este amor será eterno, / por ahora, miénteme con palabras vacías / trata de hacer que te crea.Si resonara esta canción de amor, / brillaría una luz en el cielo gris de la noche. / Y cada luz se conectaría con otra, / así que no importa cuán lejos estés, te alcanzará.
Si pudiera cumplir un sólo deseo, / desearía verte, aunque solo fuera un sueño. / Si este amor tuviera que acabarse / se rompería como el cristal, yo no volvería a ser la misma, / y aunque no pudiéramos volver atrás seguiría amándote.
No me importa si nuestra relación es incierta, / por favor, se amable como lo eres siempre / y no me digas la verdad. / No puedo aceptar la idea de no verte nunca más.
Sentí que volverías mañana, como siempre / y miré al cielo. / Nunca digas adiós. / Soñando de nuevo esta noche.
Si resonara esta canción de amor, / brillaría una luz en el cielo gris de la noche. / Y cada luz se conectaría con otra, / así que no importa cuán lejos estés, te alcanzará.

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